Jesús vivió la existencia humana en lo que ésta tiene de más hondo.

En las primeras semanas de noviembre recordé algunas páginas del teólogo Romano Guardini sobre Jesucristo que me impresionaron en mis años jóvenes. No las mencionaba para evocar recuerdos personales, sino para hablar del Señor. Hoy concluimos un año cristiano, en el que, una vez más, hemos acompañado a Jesucristo desde la esperanza del Adviento -a cuyas puertas ya estamos de nuevo- hasta la consumación de la Historia, cuando lleve el mundo a su plenitud y lo ponga todo en manos de Dios Padre.
En la fiesta de Jesucristo Rey del universo, quizá por el contraste entre este título y la vida de Jesús, permitidme recordar una página impresionante de Guardini en su obra Jesucristo. Es un pequeño libro editado entre nosotros en 1960, que recoge trece pláticas pronunciadas  durante los sagrados oficios en la universidad de Berlín, en los años 1930 y 1931. 
Su preocupación es abrir los ojos al lector ante la "inmensa riqueza que encierra la existencia de Jesús". Uno de los capítulos del libro lleva este escueto título: "El fracaso". Y sus reflexiones tienen la inmediatez, la forma concisa y directa de la palabra hablada. "Hemos preguntado por la forma de la existencia de Jesús -dice. Y hemos creído encontrarla en que 'estuvo de paso', en el tránsito. Jesús estuvo en el mundo, entró en todo lo que constituye el mundo, se entregó a la existencia humana en lo que ésta tiene de más hondo y de más externo. Se hizo realmente uno de nosotros, 'semejante en todo a sus hermanos, excepto el pecado'. Pero la manera como lo fue, la figura de su existencia en el mundo de los hombres, fue la de estar de paso, el tránsito. Y si nos adentramos en ello, sentimos la sublime extrañeza que desde ahí nos habla. Vamos a plantear de nuevo la misma pregunta y ahora en esta forma: ¿Cómo se cumplió su obrar, su luchar y su crear? La respuesta reza: En forma de fracaso."
Romano Guardini se centra en la contemplación del diálogo entre Jesús y Pilato que leemos en el evangelio de hoy y en la famosa pregunta: "¿Eres tú el rey de los judíos?" Y en esta despectiva pregunta del gobernador romano: "¿Es que soy yo judío?" Jesús no alcanzó el éxito ni con los judíos ni con los paganos, ni con las autoridades ni con el pueblo. "No temamos decirlo -dice el teólogo-, en realidad de verdad fracasó todo". "El semblante de la vida de Jesús es el fracaso, el sucumbir. Humanamente hablando, jamás fracasó como Él una gran personalidad, llena de toda la gloria de Dios, llena de todo el poder de la salvación. Es menester que nos abramos a este hecho; de lo contrario la figura y la vida del Señor resulta algo minúsculo e idílico. Se pierde toda su inmensa grandeza."
Pero se trata de un fracaso aparente, se trata de morir para resucitar, de dar la vida por la salvación de todos. Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, permanece solo, pero si muere, da un fruto abundante. Ahí radica el misterio de la vida cristiana, que pasa por el dolor, y al perecer terrenamente produce abundancia divina.
 Esta es la forma en que Cristo reina, dando la vida en la cruz por la salvación de todos, dando testimonio de la Verdad. Este es el rey al que queremos seguir y servir los cristianos.

+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa