Pastoral Penitenciaria

El departamento de Pastoral Penitenciaria de la Comisión Episcopal de Pastoral Social organizó el pasado fin de semana el IX Congreso de Pastoral Penitenciaria, en el que tuve ocasión de participar. Bajo el título "Abrazados en la Misericordia", el objetivo principal fue el de sensibilizar sobre la misericordia de Dios, formar y dinamizar los que colaboran en esta pastoral, hacer visible la misericordia de Dios, ser testigos de misericordia.

Esta pastoral tiene unas dimensiones moderadas en el conjunto de la acción pastoral de la Iglesia pero al mismo tiempo contiene una fuerza significativa extraordinaria y tiene una gran complejidad. En la parábola del juicio final, Nuestro Señor deja claro que es uno de los elementos: "Estaba en la cárcel y vinisteis a verme" (Mt 25,36). Parafraseando la expresión del Papa Francisco, sus responsables afirman que esta pastoral se lleva a cabo en "las periferias de las periferias existenciales". La acción se articula en tres áreas: religiosa, social y jurídica; y se lleva a cabo en tres momentos: prevención, actuación en los Centros e inserción.

El primer objetivo es prevenir la delincuencia. Esto sólo se puede lograr construyendo una sociedad mejor, más justa, y estableciendo procesos de crecimiento personal y comunitario fundamentados en la responsabilidad. Contribuir a un cambio de mentalidad que favorezca una adaptación conveniente de las instituciones jurídicas y fomentar iniciativas para una renovación auténtica de la mentalidad y de las instituciones. También es importante colaborar en dar forma jurídica a procesos de redención y de crecimiento y en la adecuación del sistema penal a la dignidad de la persona.

El segundo objetivo, durante el tiempo de privación de libertad, será propiciar una experiencia de fe, un encuentro con Cristo que aporte luz sobre la propia vida y decisión firme de remediar el daño causado y promover el bien. Ayudar a no desesperarse, a valorar la propia existencia, también a valorar el tiempo de reclusión como una oportunidad. El tiempo de privación de libertad, como todo otro tiempo en la vida es tiempo de Dios que hay que aprovechar para vivir en solidaridad. Tiempo para crecer en la personalización, en el descubrimiento de la verdad sobre uno mismo, para dejar actuar la gracia de Dios para que se convierta en tiempo de salvación. Durante este tiempo hace falta que quienes están privados de libertad puedan mantener contacto con sus seres queridos y que se humanicen los centros, así como es muy importante que puedan llevar a cabo actividades laborales. Finalmente, la pastoral penitenciaria tiene la misión de colaborar en la adecuación de las estructuras de la cárcel y en la revisión de la legislación penal.

El tercer momento consiste en ofrecer un camino de rehabilitación e inserción en la sociedad. Crear nuevas ocasiones de recuperación para cada situación personal y social. No todo se acaba cuando se sale del Centro Penitenciario; por eso, antes que nada hay que reflexionar y buscar los caminos convenientes para una reinserción positiva. De cara a la reinserción deben facilitar contactos regulares de las personas privadas de libertad con sus seres queridos y estimular la capacidad de las estructuras para favorecer la reinserción: una familia renovada, un ambiente nuevo y una comunidad cristiana que acoge y acompaña.

+ Josep Àngel Saiz Meneses Obispo de Terrassa