Homilía de Mons. Josep Àngel Saiz en la ordenación de diáconos de Mn. Enrique Catalán, Jean Damascène, Gustavo Lezama y Álex Sierra. Domingo 12 de julio de 2020, domingo 15 TO, en la Catedral de Terrassa.

Homilia de Mons. Josep Àngel Saiz en la ordenació de diaques de Mn. Enric Catalán, Jean Damascène, Gustavo Lezama i Álex Serra. Diumenge 12 de juliol de 2020,  diumenge 15  T.O., a la Catedral de Terrassa.

 

Salutacions

Benvolguts Sr. Bisbe Auxiliar, preveres concelebrants, diaques, seminaristes, membres de la vida consagrada, germanes i germans que participeu en aquesta celebració. Especialment benvolguts Enric, Gustavo, Jean Damascène i Álex, i benvolguts familiars que els acompanyeu en un dia tan important. Saludem també als que seguiu la celebració pel canal youtube del nostre bisbat.

 

Sortí el Sembrador a sembrar

 Les lectures que hem escoltat ens conviden a meditar sobre l’eficàcia de la paraula de Déu a la nostra vida. La paraula que amara el cor, la vida, i la fa fructificar. La paraula que és sembrada perquè doni un fruit abundant. A la paràbola del sembrador Jesús descriu les diferents respostes dels oients a l’anunci del Regne.

 La terra arran del camí és dura i impenetrable. Vindrien a ser els contemporanis que refusen explícitament qualsevol relació amb Déu i la seva Paraula, els cors endurits que no volen acollir la llavor. Sembla que no tenen cap inquietud ni cap pregunta a fer-se. Són els exponents típics del procés de secularització en el qual estem immersos. Abonats al relativisme moral i al materialisme més radicals.

 El terreny pedregós simbolitza els qui escolten la Paraula amb promptitud i alegria, però són poc consistents i no tenen constància en la dificultat i la persecució. Esperits mandrosos i superficials, incoherents, individualistes. Són els batejats que no accepten les conseqüències de la fe per a la vida i que, si bé diuen que creuen en Déu a la seva manera, es consideren aliens a l’Església.

El terreny entre cards representa aquells que tenen bon cor i bones intencions, però els afanys de la vida i la seducció dels diners ofeguen la paraula que escolten. Gent que vol viure cristianament, però que al final queda atrapada per la mentalitat materialista. Un exemple seria el jove ric de l’Evangeli, que vol compatibilitzar el seguiment de Jesús amb el seu aferrament a la riquesa.

La bona terra són tots aquells que accepten amb cor generós la paraula. Aquesta bona terra dóna fruit: trenta, seixanta, cent. Són les persones obertes a la Paraula de Déu, que responen amb generositat a la gràcia, que sempre actuen amb rectitud d’intenció, que fan camí amb humilitat i sacrifici. Són els qui, com Maria, desitgen complir la voluntat de Déu en tota ocasió.

L’ésser humà ha estat creat per a rebre la Paraula, i donarà fruit en la mesura que sàpiga acollir-la, en la mesura de la seva fe. La Paraula és per a l’ésser humà, i es troba amb les aspiracions de l’home, amb els seus problemes, amb els seus pecats, i també amb el seu desig de salvació. La Paraula, en definitiva, és Jesucrist, el Fill etern de Déu, que s’ha fet home per salvar la humanitat.

 

El ministerio del diácono

Queridos Enric, Gustavo, Jean Damascène i Álex: Por la ordenación diaconal se realizará en vosotros una específica conformación con Cristo, Señor y siervo de todos. La identidad del diácono es ser en la Iglesia signo sacramental de Cristo siervo. El diaconado se caracteriza por el ejercicio de las tres funciones propias del ministerio ordenado, según la perspectiva específica de la diaconía.

Con referencia al ministerio de enseñar, sois llamados a proclamar la palabra de Dios e instruir y exhortar al pueblo. Esto se expresará dentro de unos momentos por la entrega del libro de los Evangelios.

El ministerio de santificar será ejercido a través de la oración, de la administración del bautismo, de la distribución de la Eucaristía, de la asistencia y bendición del matrimonio, presidiendo el rito de los funerales y de la sepultura y en la administración de los sacramentales.

El ministerio de pastorear, lo ejerceréis en la dedicación a las obras de caridad y de asistencia, y en la animación de comunidades o ámbitos de la vida eclesial, especialmente en lo que se refiere a la caridad. Este es el ministerio más característico del diácono.

 

La espiritualidad diaconal

De la identidad teológica del diácono brota su espiritualidad específica, que  esencialmente es una espiritualidad de servicio. El modelo por excelencia es Cristo siervo, que vivió totalmente dedicado al servicio de Dios, por el bien de los hombres. Él definió expresamente su acción como diaconía: «El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos» (Mt 20, 28).

En el momento de la ordenación seréis constituidos en la Iglesia iconos vivos de Cristo siervo. Desde este momento, el eje central de vuestra existencia será una entrega total de servicio a la voluntad de Dios y de servicio al prójimo. Vuestra vida espiritual os ha de llevar a vivir como servidores generosos y fieles de Dios y de los hermanos, especialmente de los más pobres y necesitados, de los que sufren.

A partir de la parábola del sembrador, mutatis mutandis, es decir, cambiando lo que se debe cambiar, me gustaría hacer una aplicación a nuestra vida, a nuestra vocación, a la palabra con la que el Señor nos llama y a la respuesta que le debemos ofrecer; porque a lo largo de la vida nuestra respuesta también puede pasar por distintas etapas, y debe soportar diferentes tentaciones, y todo ello de alguna manera conforma un cuadro con escenarios diversos.

El primero sería caer en actitudes reticentes, que pueden derivar hacia un cierto rechazo, en que no buscamos la voluntad de Dios o de la Santa Madre Iglesia, sino que nos vamos encerrando en las propias ideas y tendencias. Las disposiciones de los superiores, las planificaciones pastorales de la Iglesia, las diferentes orientaciones, estarán acertadas en la medida que coincidan con mis ideas o planteamientos. En caso contrario, me vuelvo un tanto impenetrable y me refugio en mí mismo y en aquellos que piensan como yo y me dan la razón.

Un segundo escenario sería iniciar el camino sacerdotal con una respuesta decidida y entusiasta, pero con el paso del tiempo ir  perdiendo intensidad hasta instalarse en la rutina. Ante la superficialidad, la liquidez y el individualismo que reinan en el ambiente y que nos puede contagiar, ante las dificultades e incluso las persecuciones que puedan llegar, en estos “tiempos recios” que diría santa Teresa de Jesús, se necesita más que nunca  firmeza y profundidad; se necesita cimentar nuestra vida sacerdotal en Cristo, y articular en Cristo todos los elementos que la componen.

El tercer escenario sería ejercer el ministerio con rectitud de intención, con iniciativas nuevas y con entrega generosa, pero que poco a poco, los afanes de la vida, las pequeñas ambiciones, el cansancio y los fracasos pastorales acaben sofocando las expectativas de los orígenes y los grandes propósitos; podemos acabar acomodándonos a un estilo de vida humano y hasta mundano. Cristo es el tesoro que llena nuestra existencia. O llena Él nuestra vida del todo y de verdad, o no habrá honores, títulos, nombramientos, nóminas y distinciones que puedan llenar el corazón.

Por último, si el Señor nos llama a la santidad sacerdotal, no nos conformemos con ser más o menos buenos sacerdotes, trabajadores, correctos y simpáticos. Hemos de responder a su llamada, que siempre va acompañada de la gracia correspondiente para llevar a cabo la misión encomendada. Ojalá nuestra respuesta sea siempre como la de la buena tierra, que da un fruto abundante. Ojalá sigamos el ejemplo de María, en su respuesta generosa, en su confianza absoluta y en su actitud de servicio.

 

Final

Queridos Enric, Gustavo, Jean Damascène i Álex. Hoy comenzáis un camino nuevo en vuestras vidas. El Señor os ha llamado y vosotros habéis respondido. No os detengáis jamás en su seguimiento, sed sembradores de alegría y de esperanza, haced presente a Cristo en todos los ambientes. En aquests moments d’incertesa i de dificultat davant el futur, en Ell trobarem la força i la llum per a la nostra peregrinació i per a la tasca de sembradors de la seva Paraula. Maria, Mare de Déu de la Salut, ens acompanya en el camí i ens ensenya a fer-lo amb esperit de servei. Que així sigui.