El domingo cuarto de Pascua se denomina también el domingo del Buen Pastor porque en la lectura evangélica de la misa se leen estas palabras de Jesús: "Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano". Unas palabras llenas de consuelo y esperanza y muy apropiadas para este tiempo pascual, centrado en la plenitud de vida que Jesucristo nos comunica, en especial en los sacramentos y de modo eminente en la Eucaristía.
Celebra además la Iglesia, en este domingo, en sintonía con esta parábola del Evangelio, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, a la que este año el Papa ha asignado este lema: "La vocación al servicio de la Iglesia comunión".
En torno a la fiesta de San José celebramos el Día del Seminario. Pero en este domingo nuestra reflexión y nuestra plegaria abarcan no sólo las vocaciones sacerdotales sino todas las vocaciones a la vida consagrada a Dios.
"En el centro de toda comunidad cristiana está la Eucaristía", dice Benedicto XVI en el mensaje que ha publicado con motivo de la jornada de hoy. Y la Eucaristía está íntimamente vinculada a las vocaciones al sacerdocio ministerial, tal como hemos recordado en la celebración del Jueves Santo. "Quien se pone al servicio del Evangelio -añade el Papa-, si vive de la Eucaristía, avanza en el amor a Dios y al prójimo y contribuye así a construir la Iglesia como comunión. Cabe afirmar que el amor eucarístico motiva y fundamenta la actividad vocacional de toda la Iglesia, porque, como he escrito en la encíclica Deus caritas est, las vocaciones al sacerdocio y a los otros ministerios y servicios florecen dentro del pueblo de Dios allí donde hay hombres en los cuales Cristo se vislumbra a través de su Palabra, en los sacramentos y especialmente en la Eucaristía."
Puedo decir a cuantos escuchen mi palabra que, como obispo, siento una viva preocupación por las vocaciones sacerdotales y religiosas en nuestra joven diócesis de Terrassa. Por esto, como he explicado en diferentes ocasiones, hemos abierto el Seminario de nuestra diócesis en Valldoreix. A todos, pues, os pido plegaria y actuación en favor de las vocaciones sacerdotales y religiosas.
Esta preocupación la siente muy vivamente Benedicto XVI, como lo confiesa en el mensaje para esta jornada de hoy, al confiar a la intercesión de María "que no falten en el pueblo cristiano servidores de la alegría divina: sacerdotes que, en comunión con sus obispos, anuncien fielmente el Evangelio y celebren los sacramentos, cuidando al pueblo de Dios, y estén dispuestos a evangelizar a toda la humanidad". También confía a nuestra Madre y Madre de la Iglesia que "en nuestro tiempo aumente el número de personas consagradas, que vayan contracorriente, viviendo los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, y den testimonio profético de Cristo y de su mensaje liberador de salvación".
Entre nosotros, para la Jornada de Oración por las Vocaciones, se ha editado un cartel con la faz de Jesucristo y la invitación: "Haz latir el corazón del mundo". El Corazón de Cristo es, ciertamente, el corazón del mundo, pues es la expresión visible del amor a la vez paternal y maternal de Dios Padre. Pero Dios tiene necesidad de los hombres, necesita chicos y chicas, hombres y mujeres que, como humildes colaboradores de Jesús, se comprometan a hacer latir el corazón del mundo, se decidan a realizar los diversos servicios al pueblo cristiano del sacerdocio ministerial y de la vida consagrada a Dios. Recemos, hoy especialmente, por esta intención. Y después actuemos en consecuencia, día tras día y durante todo el año.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa