Ya estamos en el nuevo año del Señor de 2015. Esta meditación, teniendo en la mente y en el corazón nuestra diócesis de Terrassa, no quiere ser de balance del año que ha terminado, sino de propósitos para el año que empieza. Y lo resumiría en dos palabras: continuidad y esperanza.
Continuidad, que más llanamente se puede formular así: seguir en la tarea emprendida. Esto es lo que pido a todos los diocesanos y a mí mismo, como obispo y servidor de toda la comunidad diocesana. Que cada cual siga con la mano en el arado, allí donde el Señor le ha puesto. Os pido y me pido que no nos cansemos. Que sepamos durar y perdurar en la tarea de cada cual, mientras el Señor nos dé fuerzas. Hemos celebrado, en 2014, el décimo aniversario de la creación de nuestra diócesis. Creo que en esta década se ha construido una verdadera Iglesia local. Ahora de trata de continuar, consolidar y mejorar lo que tenemos.
De manera especial, ante la situación de crisis económica que se prolonga, insisto en la urgente tarea de las obras sociales cristianas, y la de Cáritas en primer lugar. El Papa Francisco nos urge a ello, al invitarnos a “salir a la calle”, para proponer el Evangelio, para ser una “Iglesia samaritana”, es decir, solidaria con todos los que sufren. Una Iglesia sensible y solidaria sobre todo con dos colectivos, que están a menudo en el corazón y en la palabra del Papa: los niños y los ancianos, las víctimas más sensibles de la crisis.
Después de la continuidad en el trabajo y en el compromiso de cada uno, hemos de sostener la esperanza. Comunicar esperanza es tarea muy propia del obispo. Pero, ante y sobre todo, la esperanza como virtud teologal es don de Dios. Os puedo decir que, recorriendo la diócesis –en especial con motivo de la visita pastoral- encuentro muchos motivos de esperanza. Nuestras parroquias, nuestras obras educativas, sociales, asistenciales gozan de buena salud. Pero no pretendo que caigamos en ninguna forma de autocomplacencia.
Permitidme que os recuerde un motivo de esperanza que me afecta especialmente. El 30 de noviembre ordené seis diáconos, que se suman a los dos que ya servían en la diócesis, y que con la ayuda de Dios serán ordenados sacerdotes con toda probabilidad durante este año de 2015. Tendremos, pues, ocho nuevos sacerdotes al servicio de las parroquias de nuestra diócesis. Pocos días después el Obispo Auxiliar ordenó un nuevo diácono permanente. Esto me anima mucho y me consuela, porque la escasez de vocaciones sacerdotales es un motivo de honda preocupación. Os pido a todos que queráis compartir esta preocupación y que actuéis en consecuencia, sobre todo las familias cristianas y los jóvenes. Nos va en ello el presente y todavía más el futuro de nuestra diócesis.
Estamos, en este 2015, en el año del Jubileo Teresiano, con motivo del quinto centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia. Ella pone en nuestros labios, en este comienzo del año nuevo, aquella plegaria que nos dice que estamos en manos de Dios en toda circunstancia. Que esta admonición teresiana nos acompañe durante todo 2015: “Nada te turbe,/ nada te espante./ Todo se pasa./ Dios no se muda./ La paciencia / todo lo alcanza./ Quien a Dios tiene, / nada le falta: /. Sólo Dios basta”. Deseo un buen año a cuantos siguen estas reflexiones semanales.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Bisbe de Terrassa