El pasado 5 de diciembre tuvo lugar la bendición e inauguración de la sede de Cáritas Diocesana. Ha sido un momento importante y significativo en la corta historia de nuestra diócesis, en la ciudad de Sabadell. Deseo recordar también que el 19 de octubre de 2012 tuvo lugar la constitución canónica de Cáritas Diocesana de Terrassa como organismo oficial de acción caritativa y promoción social de la Iglesia Católica en nuestra diócesis y la aprobación de los estatutos por los que se regiría.
La misión de Cáritas, como tantas veces recordamos, no es una tarea de suplencia o de sustitución para subsanar las situaciones o problemas que no pueden resolver los servicios sociales de las administraciones. La misión de Cáritas es hacer presente el amor de Dios en medio del mundo, y es una tarea personal y comunitaria, individual y también institucional. Hacer presente ese amor de Dios nos ha de llevar no sólo a ayudar en las necesidades materiales, sino que también nos lleva a hacernos uno con el hermano, a compartir su sufrimiento, a compartir nuestros bienes, a incluirlo en nuestra familia, que es la Iglesia. Sólo desde la vivencia del amor de Dios hay futuro y esperanza para la humanidad.
Las palabras de Jesús referidas al juicio final, mantienen su perenne validez: «Venid, vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. (…) En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 34- 36.40).
Las homilías de San Juan Crisóstomo sobre el capítulo 25 del evangelio de san Mateo son de una gran contundencia. Recomienda que al adornar los templos, no nos olvidemos de los hermanos necesitados: “¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemples desnudo en los pobres (…) No digo esto con objeto de prohibir la entrega de dones preciosos para los templos, pero sí que quiero afirmar que, junto con estos dones y aun por encima de ellos, debe pensarse en la caridad para con los pobres. Porque, si Dios acepta los dones para su templo, le agradan, con todo, mucho más las ofrendas que se dan a los pobres”. Para nuestro Señor, siempre lo mejor; y para los pobres, también lo mejor.
Se acerca la Navidad. En el Valle de Aosta, en los Alpes occidentales, habita una comunidad de monjes desde hace siglos, llamada Congregación de los Canónigos Regulares del Gran San Bernardo. Fueron fundados por san Bernardo, canónigo archidiácono de Menthon (996-1081). Conocedor de los peligros que debían afrontar los viajeros que entonces atravesaban aquellas montañas y valles, encargó a la comunidad la misión de hospedar y ayudar a los que tuvieran necesidad. Y les dio un lema precioso que en latín suena así: “Hic Christus adoratur et pascitur” (“Aquí Cristo es adorado y alimentado”).
Desearía que este bello lema inspire todas y cada una de las parroquias de nuestra diócesis y las numerosas obras sociales y caritativas que los diocesanos gestionan al servicio de los excluidos, en especial en las de Cáritas Diocesana. Centralidad de Cristo, Eucaristía, adoración, Palabra de Dios, por un lado; y por el otro, salir al encuentro del hermano necesitado, viendo en él el rostro de Cristo. Son los dos pulmones de nuestra vida cristiana y de nuestra misión pastoral.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa