Acabamos de comenzar la Peregrinación Diocesana de Jóvenes y estamos en camino de Ávila para participar en el Encuentro Europeo de Jóvenes. El lema es muy significativo y está compuesto por dos expresiones muy típicas de santa Teresa. Dice así: "En tiempos recios, amigos fuertes de Dios”. Refiriéndose a la época que le tocó vivir, no exenta de novedades y convulsiones, santa Teresa habla de que son “tiempos recios” y señala también que en dichos tiempos, «son menester amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos» (Libro de la Vida 15,5). Ciertamente, podríamos encontrar bastantes paralelismos entre la época de la santa abulense y la nuestra.
Nuestra época se caracteriza por las múltiples y rápidas transformaciones. Podemos decir con propiedad que nos toca vivir también en unos “tiempos recios”, de incertidumbre, de dificultad, de vivir contracorriente, tiempos que requieren firmeza, reciedumbre. Santa Teresa de Jesús es una verdadera maestra de vida cristiana para los hombres y mujeres de cualquier época. En nuestra sociedad, tan materialista y consumista, su ejemplo nos ayuda a elevar la mirada, a ser conscientes de la presencia y de la acción de Dios. Ella nos enseña también a sentir realmente la sed de Dios que está presente en lo más profundo del corazón humano, el deseo de ver a Dios y de ser sus amigos.
En verdad, en estos tiempos tan recios, se necesitan amigos fuertes de Dios. El camino para llegar a serlo pasa por el encuentro con Cristo que cambia la vida, que cambia el corazón, que ofrece un horizonte nuevo, que llena de sentido la existencia. Y la amistad con Dios crece a través de la oración. Por eso el encuentro de Ávila nos ha de servir para crecer en la vida de oración. El joven cristiano del siglo XXI ha de distinguirse por una vida de oración intensa, que se alimenta fundamentalmente de la Palabra de Dios y de la Eucaristía, fuente y cumbre de su vida cristiana. Teresa de Jesús nos recuerda la importancia de la oración; rezar, dice ella, significa «tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama» (Vida 8, 5). Ella, más que una pedagogía de la oración, nos ofrece una iniciación, una auténtica mistagogía, y quien se adentra en la lectura de sus obras, aprende a rezar a su lado.
La amistad con el Señor se proyecta viviendo la amistad con los hermanos, amando a los demás y compartiéndolo todo con ellos. La experiencia del amor de Dios, que nos ama gratuitamente y acoge a cada uno con sus virtudes y sus defectos, nos capacita para amar y acoger a los otros, para responder con solidaridad a las necesidades de los demás. «Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1Jn 4, 16). Quien ha conocido el amor de Dios y lo ha experimentado, está llamado a compartir ese amor. De esta forma vamos madurando en el camino de la amistad con Dios y podemos aportar algo de futuro y esperanza en estos tiempos recios.
Ser amigos fuertes de Dios significa vivir en la verdad, ser conscientes de nuestra pequeñez, dejar que el Señor penetre en nuestro corazón, actúe a través de nuestra persona, que sea el centro de nuestra vida y llene nuestra existencia de un gozo inefable. Que santa Teresa nos ayude en este ideal y su intercesión ayude en estos días a los jóvenes que peregrinan a su ciudad natal.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa