Los 300 jóvenes peregrinos de nuestra diócesis inician hoy el viaje de regreso a casa, a los distintos lugares de nuestra geografía diocesana. Ha sido para todos nosotros una experiencia sumamente enriquecedora en todos los sentidos, una experiencia de búsqueda, de encuentro con Dios, de conversión, de recorrer los caminos de la oración, de compartir, de humildad, de reconciliación.
Durante estos días me ha venido a la memoria aquella famosa peregrinación de 70.000 jóvenes de Acción Católica a Santiago de Compostela que culminó los día 28-29 de agosto de 1948. Han pasado ya 71 años. En ella participaron 700 peregrinos mallorquines. Al volver a Mallorca tuvieron un recibimiento multitudinario. Don Sebastián Gayá, el consiliario diocesano, dirigió unas palabras desde los balcones del ayuntamiento de Palma de Mallorca e hizo un resumen que sintetizaba tanto el sentido de la peregrinación como la proyección de futuro: “Fuimos a Santiago 700 peregrinos. Volvemos 700 apóstoles para iniciar la marcha de la conquista sobre la juventud”.
Nosotros somos conscientes de las dificultades del momento presente, pero somos más conscientes todavía de que la iniciativa no es nuestra, sino que es el Señor quien nos envía; por eso llevamos a cabo la misión desde la confianza absoluta en Él, desde una actitud de esperanza ante cualquier situación, porque Jesucristo resucitado es el Señor de la vida y de la historia y está presente en la Iglesia: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta al fin del mundo» (Mt 28, 20).
En nuestra época hemos de evangelizar a los denominados “millennials”, la generación nacida entre el año 1980 y el año 2000, que se caracterizan, entre otras cosas, por ser 100% digitales y amantes de la tecnología. Ellos procuran prepararse profesionalmente al máximo y buscan la especialización; son inconformistas y capaces de alcanzar cualquier cosa que se propongan; su objetivo en la vida es conocer y experimentar más que acumular riqueza; y por último, no les gustan demasiado los compromisos definitivos y prefieren disfrutar de la vida y experimentar en sus mejores años de juventud, dejando para más adelante los compromisos.
Pero nuestros jóvenes peregrinos pertenecen en su mayoría a la generación llamada “centennial”, los nacidos a partir del inicio del nuevo milenio. Ellos son los primeros “nativos digitales”, los que han vivido con Internet desde edades tempranas, los que no saben lo que es un mundo sin tecnologías digitales avanzadas. Han nacido y crecido con un smartphone o una tablet pegados al brazo; son autodidactas, creativos y sobreexpuestos a la información; prefieren proyectos de aprendizaje vocacional más que la clásica educación formal; más que tener un trabajo fijo, lo que desean es encontrar un empleo acorde a su personalidad, y tener oportunidades de crecimiento profesional y de alcanzar metas.
Fuimos a Santiago como peregrinos y volvemos como apóstoles de nuestros coetáneos, evangelizadores en nuestros ambientes. Al contemplar este océano de nuevas tecnologías, podríamos caer en el desconcierto y sentirnos un tanto perdidos en el momento de afrontar estos nuevos retos en nuestro apostolado. Ahora bien, no me cabe duda de que nuestros amigos “millennials” y “centennials” en lo profundo de su corazón y de su vida no son muy distintos a los jóvenes de todas las épocas, y tarde o temprano confesarán lo mismo que san Agustín: "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti". Nos tocará salir a su encuentro, anunciarles la Buena Nueva, con entusiasmo y paciencia, con generosidad y alegría, con pedagogía y amor, inspirándonos en el apóstol san Pablo, que en el siglo I de nuestra era decía: “me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos” (1Cor 9, 22).
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa