Los inmigrantes son noticia últimamente, y noticia dramática. Al mencionar tales noticias, recuerdo sobre todo a las personas –hombres, mujeres e incluso niños- que pierden la vida buscando un país donde trabajar y poder ganarse la vida para resolver tanto su situación como la de sus familias. Últimamente, el tema de la inmigración ha sido objeto de polémica entre los políticos. Buscan la mejor manera de regular este fenómeno, hoy general en Europa, pero que afecta de forma especial a nuestro país por ser frontera entre el continente africano y Europa, y también entre América del Sur y nuestro viejo continente.
Al leer estas noticias y contemplar las imágenes impactantes que nos ofrecen los medios de comunicación, recuerdo que uno de los objetivos que nuestra diócesis de Terrassa se ha propuesto como Plan Pastoral Diocesano para el curso que iniciamos es precisamente la acogida y la integración de los inmigrantes.
Además de las ayudas sociales a todas las personas a las que podamos llegar, sin ningún tipo de discriminación, en la Iglesia, cara a los inmigrantes católicos, nos planteamos este objetivo: “Acoger e integrar a los inmigrantes en las comunidades cristianas como miembros con todos sus derechos y deberes, ofreciéndoles la ayuda necesaria para su vida cristiana y pidiéndoles la participación oportuna en la responsabilidad de servicios pastorales”.
Se trata, naturalmente, de los inmigrantes católicos que –conscientes de la presencia de comunidades católicas aquí- se acercan a la Iglesia. En muchos casos la celebración litúrgica representa el primer momento de este acercamiento a la comunidad cristiana. Se ha de procurar que sea de verdad un momento de comunión que ayude a la integración de las personas. No se trata sólo de acogerlas sino de incorporarlas de manera activa en las actividades de la comunidad, como miembros de pleno derecho de la misma.
Reconozco que ya se trabaja en este sentido. A menudo constato en mis visitas a las parroquias esta participación activa de inmigrantes católicos en nuestras comunidades, ejerciendo ministerios y servicios como la catequesis y la preparación a los sacramentos o servicios sociales y asistenciales de Cáritas.
El segundo objetivo para el presente curso, en el capítulo tercero de nuestro Plan Pastoral Diocesano, hace referencia precisamente a Cáritas. Pide que nos esforcemos todos en “organizar la formación de los voluntarios de Cáritas a todos los niveles, para aprender los recursos necesarios para realizar su trabajo, para ayudar a vivir el compromiso desde la identidad de la institución y desde la fe vivida y celebrada. Es importante atender a su acompañamiento espiritual”.
El Concilio Vaticano II nos recordó que la Iglesia es como el sacramento de Jesucristo en cuanto que continúa su misión en el tiempo. Y Cristo afirmó que no había venido al mundo para ser servido sino para servir y entregar su vida por la salvación de todos. Del mismo modo la Iglesia no está en el mundo para ser servida sino para servir. Este es el principio fundamental que ha inspirado el capítulo tercero de nuestro Plan Pastoral, titulado precisamente “El servicio a las personas y al mundo”.
Doy las gracias, en nombre de la diócesis, a todas las personas que nos permiten hacer este servicio, sobre todo a los voluntarios de las acciones pastorales y sociales de nuestra diócesis. Los voluntarios son nuestro tesoro y nos permiten actuar muy a menudo con escasez de recursos.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa