Comienza este domingo el tiempo de Adviento y se abre ante nosotros un nuevo año litúrgico; un camino en el que caminamos junto a Cristo, desde la esperanza y la preparación para su venida (Adviento) hasta la culminación de su obra: ponerlo todo en manos del Padre en el Reino de Dios (Cristo Rey del universo).
El domingo pasado reflexioné sobre el Año de la Vida consagrada, que iniciamos hoy. Y traté de la visita que hizo a los religiosos y religiosas de las diócesis catalanas el arzobispo franciscano José Rodríguez Carballo los días 2 y 3 del pasado mes de mayo.
Pues bien, Mons. Rodríguez Carballo habló a los religiosos de algo que vale también para todo cristiano y toda cristiana, adaptado por supuesto a la vocación propia y al estilo de vida de cada persona según la vocación que haya escogido. Tomo del boletín Horeb tres palabras clave.
Primera palabra: permanecer fieles, poner a Jesús en el centro de nuestra vida, no como una idea, sino como una persona. Segunda palabra: conocer a Cristo para amarlo, porque sólo amándolo lo seguiremos y asumiremos el Evangelio como una forma de vida. Tercera palabra: recordar las palabras que pronunciamos un día, cuando dijimos sí al Señor y nos comprometimos a seguirle.
De ahí él indicaba tres llamadas sugerentes.
1. Llamados a ser personas de fe. La fe entendida no sólo como la adhesión intelectual a unas verdades, sino sobre todo como la adhesión del corazón a una persona, Cristo. La fe es encuentro y seguimiento con la persona de Jesús que lleva a una confianza absoluta, pero no exenta de preguntas.
2. Llamados también a manifestar la belleza del seguimiento de Cristo en la vida fraterna. Conviene cultivar la espiritualidad de comunión, y ser hombres y mujeres expertos en humanidad, cada uno en su camino, según su vocación: vida familiar, comunidad cristiana, comunidad de trabajo, etc.).
3. Y tercera llamada, muy propia del tiempo de Adviento: llamados a ser hombres y mujeres de esperanza. Y esto desde la certeza del cumplimiento de las palabras del Señor: “No tengáis miedo, yo estoy con vosotros”. Una esperanza que nace de Aquél para el cual nada es imposible. Y que se expresa en esta confesión de san Pablo: “Sé de quien me he fiado”.
“Un religioso sin esperanza –dijo el padre Rodríguez Carballo- vive un pesado purgatorio y hace que la vida de los demás también lo sea”. He de añadir que en la reunión del pasado mes de julio, los obispos de las diócesis catalanas nos reunimos con los responsables de la Unió de Religiosos de Catalunya (URC), con los que reflexionamos sobre los objetivos generales del Año de la Vida Consagrada, así como las actividades previstas en nuestras diócesis respectivas. Esta es mi petición primera .en sintonía con el Adviento que hoy comenzamos: Estimados religiosos y religiosas, sed entre nosotros testigos de la esperanza cristiana.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa