En esta carta dominical quiero relatar el testimonio de la conversión de un médico.
Alexis Carrel nació en Francia, el 28 de junio de 1873. Biólogo, médico, investigador científico y escritor francés. Fue galardonado con el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1912 por sus contribuciones a las ciencias médicas: había descubierto un específico punto de sutura que permitió el transplante de vasos sanguíneos y órganos. En sus años de estudios universitarios abandonó las convicciones religiosas y abrazó la filosofía materialista y positivista. En aquellos años, Lourdes y los milagros que allí ocurrían eran tema común de discusión en los círculos médicos franceses. Había quienes creían en ellos y quienes eran profundamente escépticos. Carrel era de los que pensaban que se trataba de falsos milagros que en realidad eran curaciones fruto de la autosugestión; en aquel tiempo él estaba absorbido por los estudios científicos y se había convencido poco a poco que más allá del método positivo, no hay certeza alguna. Pero quería comprobarlo por sí mismo y participó como médico en una peregrinación.
En la misma peregrinación participó una enferma, Marie Bailly, cuyo estado era de extrema gravedad: Padecía una peritonitis tuberculosa, que le producía dolores terribles, y su expectativa de vida era mínima. El 28 de mayo de 1902 cuando la llevaron a las piscinas, no se atrevieron a introducirla en el agua porque su estado era crítico y solamente le hicieron unas abluciones y la llevaron ante la imagen de la Virgen en la gruta. De pronto, al Dr. Carrel le pareció que el rostro de la enferma se iba tornando más normal; después la examinó y comprobó que la respiración se estaba regularizando y parecía que mejoraba. Comprobó asimismo que la sábana que la cubría se deshinchaba a la altura del vientre. En media hora toda la hinchazón de la paciente había desaparecido. Se acercó y comprobó que el corazón latía ya sin aceleración. Se quedó impactado, sin poder hablar, ni siquiera pensar. Había sido testigo de un milagro.
Nuestro converso acompañó aquella peregrinación como médico de oficio. Había declarado anteriormente que "el milagro es un absurdo, es cierto; pero si en condiciones bien concretas se llega a comprobar con certeza, es preciso admitirlo". Años más tarde escribió un libro, Mi viaje a Lourdes, relatando aquella experiencia y cómo a partir de ella se convirtió al catolicismo. En su caso, el ser testigo de un milagro físico dio como fruto el milagro moral de su conversión. El antiguo médico positivista, convertido en creyente, siguió dedicando toda su vida a la ciencia. Aquella tarde, Marie Bailly fue llevada al hospital y Carrel la visitó varias veces con otros médicos y constató que la curación era completa. Cuando llegó la noche se acercó a la Basílica, donde pronunció una oración que se ha hecho famosa:
“Virgen Santa, socorro de los desgraciados que te imploran humildemente, sálvame. Creo que Tú has querido responder a mi duda con un gran milagro. No lo comprendo, y dudo todavía. Pero mi gran deseo y el objeto supremo de todas mis aspiraciones es ahora creer, creer apasionadamente y ciegamente, sin discutir ni criticar nunca más. Tu nombre es más bello que el sol de la mañana. Acoge al inquieto pecador que, con el corazón turbado y la frente surcada por las arrugas, se agita corriendo tras las quimeras. Bajo los profundos y duros consejos de mi orgullo intelectual yace, desgraciadamente ahogado todavía, un sueño, el más seductor de todos los sueños. El de creer en Ti y el de amarte como aman los monjes de alma pura”.
+ Josep Àngel Saiz Meneses Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa