Comenzamos un nuevo año civil. Como creyentes y como hombres de buena voluntad hemos de vivir este comienzo de año con los deseos de “paz y bien” para todos.
Para nosotros, los cristianos, es muy significativo –y también muy necesario- que comencemos el año invocando a Dios y confiando en la maternal intercesión de la Virgen María, madre de Dios y madre nuestra, y madre también de la Iglesia, como reza el título que le quiso dedicar el Papa Pablo VI
Ayer celebrábamos la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, la fiesta mariana por excelencia del ciclo de Navidad y Epifanía, o del ciclo de las fiestas navideñas. Cada año, al llegar este día, me impresiona especialmente la primera lectura, tomada del Libro de los Números que recoge la fórmula con la que los sacerdotes bendecían a los israelitas: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz. Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré”.
Ante un año que al parecer no va ser nada fácil, mi deseo es invitar a quienes puedan llegar mis palabras que invoquen a Dios. Este es un patrimonio común que tenemos todos los creyentes: la fe en Dios, que es clemente y misericordioso y que ama entrañablemente a los hombres a los que ha creado para que alcancen en Él la plenitud y la felicidad
Invocar a Dios en el comienzo del año nos compromete a ser, durante todo el año, unos humildes instrumentos de ese Dios al que invocamos. Ese Dios que, como nos dijo Benedicto XVI, en su homilía en la basílica de la Sagrada Familia: “Ésa es la gran tarea, mostrar a todos que Dios es Dios de paz y no de violencia, de libertad y no de coacción, de concordia y no de discordia”.
En este comienzo de un nuevo año, la Iglesia católica nos invita a rezar por la paz en el mundo. Se trata de una iniciativa de la Santa Sede, nacida bajo el impulso del Concilio Vaticano II. La actual Jornada por la paz tiene este lema: “La libertad religiosa, vía para la paz”. La actualidad nos trae numerosas agresiones contra los creyentes y a menudo contra los creyentes cristianos. Nuestra plegaria es por las víctimas y para que el respeto a la libertad religiosa pueda ir cumpliendo su camino de instauración en el mundo actual. Sólo así las religiones podrán manifestar ante las sociedades en que están integradas que son factores de concordia y no de discordia, factores de paz y no de guerras.
He dicho que el 2011 no va a ser un año fácil. Estos días los medios de comunicación anuncian sus previsiones y sus pronósticos. Será un año de crisis económica, con las dolorosas consecuencias para muchas personas y muchas familias, sobre todo a causa del paro. Este hecho para la Iglesia representa un verdadero reto. Hemos de continuar en la tarea de ser solidarios, no con palabras sino con hechos, con las víctimas de la crisis económica. Mi invitación en ese sentido va dirigida a la Cáritas Diocesana, a las Cáritas parroquiales y a instituciones similares promovidas por diversas instituciones tanto civiles como confesionales. Y con mi invitación, deseo expresar mi gratitud por todo cuanto se hace en este sentido en nuestra diócesis.
Mi felicitación de año nuevo a mis lectores u oyentes sería ésta: Que Dios nos bendiga y en este año que comenzamos, por intercesión de Santa María, Madre de Jesús, nos conceda la gracia de ser pacíficos y pacificadores, y solidarios con todos quienes pasan por momentos de angustia y de necesidad.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa