Hoy celebramos la Jornada del DOMUND de 2019. El lema elegido por el Papa Francisco es: “Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo”. El Papa nos recuerda que el bautismo es un don que nos incorpora a Cristo, y al mismo tiempo es una vocación que nos llama a ser misioneros, a colaborar activamente en la misión. Ciertamente, hoy esta misión se lleva a cabo con formas nuevas, según las necesidades del momento presente. El Espíritu Santo sigue suscitando nuevos carismas para garantizar que la Iglesia continúe cumpliendo el mandato misionero. Los dones de la fe y del amor de Dios han sido recibidos por nosotros de manera gratuita, y gratuitamente los hemos de compartir. Dios quiere que todos los seres humanos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, y a la experiencia de su amor misericordioso, por medio de la Iglesia.
Gracias al bautismo iniciamos una vida nueva a imagen y semejanza de Dios, somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, somos incorporados a la Iglesia y participamos de su misma misión. El bautismo es, pues, cumplimiento de la promesa de ser hijos en el Hijo, hijos de Dios e hijos de la Iglesia. Los miembros de la Iglesia son impulsados a continuar la misión a través de la caridad, con la cual aman a Dios y desean participar, con todos los hombres, del gozo inmenso de la vida de hijos de Dios. A esta vida nueva han sido destinados y llamados todos los hombres y las mujeres para formar un solo pueblo.
Aquí y ahora, el Señor nos sigue enviando a cada uno de nosotros, y éste es el principal servicio que la Iglesia puede prestar a cada persona y a toda la humanidad en el momento presente. Vivimos un tiempo en el que el ser humano está alcanzando unas conquistas científicas y técnicas que nos producen vértigo, pero, al mismo tiempo, le cuesta cada vez más encontrar el sentido último de la vida y también vivir en fraternidad con sus semejantes. Y es que sólo desde Cristo el ser humano podrá comprenderse plenamente a sí mismo, encontrar el sentido de la vida y llegar a vivir como una familia. La misión es responsabilidad de toda la Iglesia, de todos sus miembros. Toda la Iglesia y cada Iglesia local tiene que vivir la solicitud misionera, cada miembro según su función y según los carismas recibidos.
El Papa san Juan Pablo II distinguió tres situaciones de evangelización. En primer lugar, la misión ad gentes con los no cristianos, es decir, pueblos, grupos humanos, contextos socioculturales donde Cristo y su Evangelio no son conocidos, o donde faltan comunidades cristianas que puedan encarnar la fe en el propio ambiente y anunciarla a otros grupos. En segundo lugar, la acción pastoral de la Iglesia donde está implantada, donde hay comunidades cristianas con estructuras eclesiales adecuadas y sólidas, con fe y vida, que irradian el testimonio del Evangelio y sienten el compromiso de la misión universal. En tercer lugar, la nueva evangelización con los bautizados no creyentes. Se trata de una situación intermedia, especialmente en los países de antigua cristiandad, donde grupos enteros de bautizados han perdido el sentido de la fe e incluso no se reconocen como miembros de la Iglesia y llevan una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio.
Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo. Ante este reto que el Papa nos presenta quiero decir tres cosas hoy: Un agradecimiento de corazón a nuestros misioneros: sacerdotes, religiosos y familias en misión. Una llamada a todos los bautizados, para que reaviven su dimensión y su conciencia misionera. Una oración a María, la Madre, que vivió y participó con total intensidad la misión de su Hijo desde el momento de la Encarnación, y que nos consuela y acompaña en la misión de la Iglesia.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa