Uno de los efectos del cambio climático –que hoy se da como un hecho comprobado- es la extinción de las especies biológicas, un fenómeno que últimamente se acelera mucho. Según unos cálculos fidedignos que tomo de un artículo del sacerdote y científico Francesc Nicolau, publicado en “Catalunya Cristiana”, se calcula que de diez mil a quince mil especies vivientes de nuestro planeta desaparecen cada año. O, si no desaparecen, se encuentran con dificultades para sobrevivir en la tierra. Últimamente el caso de las abejas ha llamado la atención de los medios de comunicación. Porque resulta que tanto ésta como otras especies prestan un servicio muy importante al equilibrio ecológico.
Ya el año 2001 la declaración que se hizo en Goteborg propuso a la Unión Europea frenar la pérdida de la biodiversidad antes del 2010, que fue declarado como Año Internacional de la Biodiversidad, pero los objetivos propuestos están muy lejos de haberse conseguido.
El lector puede preguntarse: ¿tan importante es ello? Ya sabemos que a lo largo de nuestra historia geológica se han sucedido cinco grandes extinciones de especies, la última de las cuales hace unos 65 millones de años – a causa de un gran meteorito, según parec- ocasionó la muerte de casi el 50% de los vivientes, entre ellos los dinosaurios, que el cine y otros medios han hecho tan populares, valga la expresión. Allá los tiempos. Eran otros momentos de la evolución de nuestro planeta.
Sin embargo, la causa de la pérdida gradual pero acelerada de especies viene de la acción humana que está provocando también el cambio climático. Además, la fragmentación de territorios por exceso de urbanización, las talas de bosques, los incendios, las barreras a la comunicación natural como son las autopistas, autovías y ferrocarriles, las presas que impiden la reproducción de peces, la caza o la pesca incontroladas, además de la contaminación atmosférica, contribuyen en un gran porcentaje a la desaparición de animales que nos son útiles para la estabilidad biológica del planeta.
Los biólogos nos dicen que la variedad de las especies es garantía de equilibrio en la tierra y que la disminución de la biodiversidad produce efectos funestos. Y además, nos dicen que también es preciso mantener el equilibrio de cada lugar o hábitat. Muchas especies de peces de acuario exóticos, se han convertido en un peligro para la fauna autóctona después de ser liberados en ríos o estanques. Todos habremos oído hablar del molusco cebra, que ocasiona tantos quebraderos de cabeza a los pescadores y arroceros del Delta del Ebro, después de haber sido introducido allí accidentalmente.
¿Qué puedo decir en conclusión? Que no podemos destruir la obra de Dios por nuestros caprichos. Que debemos respetar el equilibrio de los ecosistemas, Y, en síntesis, que Dios nos dio la posesión de la tierra para que la cultiváramos y la guardáramos, no para destruirla. La ecología es hoy una llamada a la responsabilidad de los hombres ante el presente y el futuro de la tierra.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa