El próximo martes, festividad de la Inmaculada Concepción, comienza el Año Santo de la Misericordia, convocado por el papa Francisco mediante la bula titulada “El rostro de la misericordia”. Comienza este documento con unas palabras de gran densidad teológica: “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret.”
El Papa, además de ofrecernos este precioso documento, que es como la hoja de ruta del Jubileo, ha tomado diversas decisiones que evidencian esta “pastoral de la misericordia”. Así, todos los sacerdotes podrán absolver del pecado del aborto durante la duración del Año Santo. La facultad de absolver de este pecado, en circunstancias normales, está reservada a unos sacerdotes que la reciben de su obispo.
Además, el Papa ha establecido que quienes durante el Año Santo se acerquen a los sacerdotes de la Fraternidad de San Pío X –conocidos como los lefebvrianos, por su fundador, que discrepaba de las orientaciones del Concilio Vaticano II- recibirán válida y lícitamente la absolución de sus pecados.
A la vez, el Papa desea que la peregrinación jubilar pueda celebrarse en todas las diócesis –habrá una puerta santa en cada catedral-. ”Pienso, además –escribe Francisco- en quienes por diversos motivos se verán imposibilitados para llegar a la Puerta Santa, en primer lugar los enfermos y las personas ancianas y solas, a menudo en condiciones de no poder salir de casa. Para ellos será de gran ayuda vivir la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor. (…) Vivir con fe y gozosa esperanza este momento de prueba, recibiendo la comunión o participando en la santa misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar”.
“Mi pensamiento –añade el Papa- se dirige también a los presos, que experimentan la limitación de su libertad. El Jubileo siempre ha sido la ocasión de una gran amnistía, destinada a hacer partícipes a muchas personas que, incluso mereciendo una pena, sin embargo han tomado conciencia de la injusticia cometida y desean sinceramente integrarse de nuevo en la sociedad dando su contribución honesta. Que a todos ellos llegue realmente la misericordia del Padre que quiere estar cerca de quien más necesita de su perdón. En las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad.”
El papa Francisco pide a la Iglesia que redescubra en este tiempo jubilar la riqueza contenida en las clásicas “obras de misericordia”, que aprendimos en el catecismo en nuestra infancia, las siete corporales y las siete espirituales. Estas disposiciones responden a una clara intención del Papa, que hemos de hacer realidad en este Año Santo: vivir y dar testimonio del amor de Dios Padre que no excluye a nadie.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa