Cuaresma 2019 (10/03/2019)

Escudo Episcopal de Obispo de Terrassa Hoy comenzamos la Cuaresma del año 2019. En nuestra Catedral del Sant Esperit tendrá lugar el Rito de Elección de los Catecúmenos. En este Rito, los catecúmenos, una vez interrogados ellos y sus padrinos sobre su proceso de maduración en la Fe, dicen uno por uno su nombre y firman en el Libro de los Elegidos. No hace falta repeti que en buena parte de nuestro occidente rico nos encontramos inmersos desde hace tiempo en un proceso de secularización aparentemente imparable. Por eso cada vez hay más adultos y jóvenes que quieren ser bautizados. El Concilio Vaticano II ordenó que se restaurara el Catecumenado bautismal de adultos (cf. Sacrosanctum Concilium, 64), como la institución que, en el seno de la pastoral de la Iniciación Cristiana de la Diócesis, está al servicio del proceso de formación en la fe y en la vida cristiana de aquellos personas que desean recibir el bautismo y su inserción en el misterio de Cristo e incorporación a la Iglesia. Nuestra situación cada vez tiene más semejanzas con la de los cristianos de los primeros siglos, en los que el primer paso para ser cristiano era vivir en una actitud de fe y conversión. La admisión al cristianismo era personal, no multitudinaria, y consistía fundamentalmente en tres aspectos: la entrega a la persona de Jesús y su mensaje, la experiencia de una vida comunitaria y la participación en unas celebraciones sagradas. La conversión es la consecuencia, el final del cambio que ha significado el encuentro con Jesús, con su Evangelio, y con la comunidad. En estos primeros siglos se producen muchas conversiones. En muchas ocasiones se presenta la conversión como un camino de búsqueda por distintos sistemas de pensamiento o filosofías hasta que abrazan la fe cristiana, ya sea a través de la lectura de las Sagradas Escrituras, o por el impacto testimonial de la vida de los cristianos. La centralidad de Cristo será una constante. El rito de la iniciación remarcaba especialmente esta centralidad. Constaba de tres sacramentos: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. La significación era trinitaria: el encuentro con Cristo, el sello del Espíritu Santo, y la realización del plan salvífico del Padre. La iniciación cristiana no era solamente la puerta de ingreso a la vida sacramental y de fe, sino que también significaba el equipamiento para el camino que se empezaba a recorrer. En estos primeros siglos, la iniciación al cristianismo era un proceso rico y complejo. Se trataba de algo grande, de gran trascendencia para la vida del catecúmeno, que había que preparar debidamente. La conversión y la fe iban actuando simultáneamente al catecumenado, y culminaban en los ritos de iniciación. Toda la riqueza de la simbología de los sacramentos formaba parte de esa iniciación doctrinal. Los catequistas iniciaban en el misterio a partir de la explicación de los elementos simbólicos y tipológicos: el agua, en la que la persona se sumerge y purifica; la unción con aceite, que fortalece; la imposición de las manos sobre el catecúmeno, y transmiten la gracia; el pan y el vino que comen, son alimento para el camino. Comenzamos una nueva Cuaresma. En la admonición sacerdotal (oratio admonitionis) de la misa del I Domingo de Cuaresma del Rito Hispano -el rito que celebraban nuestros antepasados, del siglo V al VIII en la diócesis de Égara- la Liturgia nos instruye sobre el sentido de la Cuaresma: Moisés, Elías y el Señor nos indican lo que debemos hacer, no sólo con sus palabras, sino con sus obras: El primero es Moisés, el legislador, el cual, en el espacio de cuarenta días ascendió a la cumbre de la excelsa montaña del Sinaí. Durante esos días sólo se alimentó de la palabra divina que salía de la boca de Dios. En segundo lugar nos viene Elías, el profeta, que con la fuerza de una sola comida en cuarenta días llegó a lo alto de la montaña. Allí mereció escuchar el mensaje divino relativo a la salvación de los israelitas. El tercero es el mismo Señor nuestro Jesucristo: durante cuarenta días enteros penetró los secretos del desierto y venció todas las tentaciones del diablo. Instruidos, pues, con su ejemplo, esforcémonos por echar de nosotros durante estos cuarenta días toda levadura de corrupción, de modo que podamos transformarnos después en panes ácimos de sinceridad y de verdad. Oración, ayuno y limosna. Oración, sacrificio y compartir. ¡Santa Cuaresma!  

+ Josep Àngel Saiz Meneses Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa