Décimo aniversario de la diócesis

Pasado el verano, retornamos a la vida ordinaria y comienza un nuevo curso, que es ya el décimo de nuestra diócesis de Terrassa. Todavía estamos –como institución- en la infancia; es decir en los comienzos, cuando la vida está casi toda por delante. Espero que nos siga acompañando la gracia y la ilusión de los orígenes.

Los primeros meses de este curso estarán marcados por la celebración del Año de la Fe, que concluirá con el presente año litúrgico, el 24 de noviembre.  Además el Papa Francisco ha publicado su primera encíclica, Lumen fidei –“La luz de la fe”-  que se hizo pública el pasado 5 de julio. Una “encíclica a cuatro manos”, se ha dicho que es. Benedicto XVI tenía ya en preparación un texto sobre la fe, llamado a completar la trilogía dedicada a las tres virtudes llamadas “teologales”, porque tienen a Dios por objeto y por motivo. Su renuncia dejó esta encíclica en suspenso, y Benedicto XVI la puso en manos de su sucesor, por si podía serle útil. El Papa Francisco tuvo un detalle nuevo – y no pequeño- de delicadeza con su antecesor. “Se lo agradezco de corazón –escribe el Papa Francisco en la introducción del texto- y, en la fraternidad de Cristo, asumo su precioso trabajo, añadiendo al texto algunas aportaciones”.

“Lo ofrezco con alegría a todo el pueblo de Dios”, dijo el actual Pontífice dos días más tarde, durante la oración dominical del Ángelus. Especialmente hoy necesitamos ir a lo esencial de la fe cristiana, profundizar en ella y confrontarla con las problemáticas actuales”.

Me propongo dedicar algunos comentarios a este documento en el que el Papa realiza su función esencial: confirmar a sus hermanos y hermanas en la fe. El Papa, sea quien sea, siempre es Pedro, invitándonos a confesar a Cristo como el Hijo del Dios vivo, como el que es nuestro Señor y Salvador.

Invito, pues,  a todos a leer y meditar esta encíclica. Es una de las tares que podemos hacer en lo que queda del Año de la Fe. De manera especial, invito a reflexionar sobre el capítulo cuarto que, de hecho, es el de carácter más práctico del texto. Me ha gustado mucho el apartado en el que trata de “la fe y el bien común”, que abarca los números 50 y 51 del texto. La fe es un factor del bien común no sólo de la persona que se abre a ella, sino también de la misma sociedad en la que viven los creyentes. “La fe –dice el Papa- revela hasta qué punto pueden ser  sólidos los vínculos humanos cuando Dios se hace presente en medio de ellos”-

“La luz de la fe –dice también Francisco- se pone al servicio concreto de la justicia, del Derecho y de la paz. La luz de la fe permite valorar la riqueza de las relaciones humanas, su capacidad de mantenerse, de ser fiables, de enriquecer la vida común”. Juan XXIII, en la tan recordada encíclica Pacem in terris, nos dio ejemplo de poner la fe al servicio de la paz, de la justicia y del derecho. Será bueno que le imitemos, cada uno en el ámbito de sus responsabilidades personales.

En este apartado la encíclica incluye una afirmación que remite al espíritu y a la letra del Concilio Vaticano II, en especial en Gaudium et Spes: “La fe –dice- no nos aparta del mundo, ni es ajena a los afanes concretos de los hombres de nuestro tiempo”. Gracias a Dios, son muchos los cristianos y cristianas que muestran con hechos la verdad de esta afirmación.

 

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa

 

 

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa