El tercer domingo de Adviento es conocido popularmente como la Dominica Gaudete porque nos ayuda a entrever con esta expresión latina de una manera contenida el gozo por la proximidad de la Navidad, del Nacimiento del Hijo de Dios hecho hombre. En este domingo San Juan Bautista quiere ayudarnos una vez más a concretar en la vida de las personas la llamada a la conversión. Una conversión que debe llegar a los detalles más pequeños de la vida de cada día y de la relación con las personas. Una conversión que hay que vivir desde la actitud de la humildad y la convicción de la firmeza de la fe.
Con este marco litúrgico quisiera comentaros en esta carta los dos últimos capítulos del Plan Pastoral Diocesano Una Iglesia al encuentro de la persona que acabamos de promulgar para estos próximos cinco años, y del cual comenté los dos primeros capítulos en la carta del pasado domingo.
El tercer capítulo está dedicado a la acción caritativa y social de la comunidad cristiana y tiene significativamente como título Una familia en salida. Realmente es la comunidad cristiana entera la que ha de actuar como una verdadera familia saliendo al encuentro de la persona necesitada, con iniciativas y, si es posible, con anticipación. Durante estos años nuestra iglesia diocesana ha incrementado notablemente su acción en favor de los más desvalidos, atrapados en la crisis y la precariedad, y ha generado diversos proyectos para ayudar al desarrollo integral de la persona. Quiere ser, en palabras del papa Francisco en la exhortación Evangelii gaudium, “una Iglesia accidentada, herida y manchada por haber salido a la calle”, una iglesia que se convierta en un verdadero hospital de campaña.
En este primer curso de aplicación del Plan la acción a llevar a término es: Organizar en cada parroquia la pastoral de la salud con un coordinador responsable y consolidar la coordinación entre las parroquias y el Servicio Religiosos Hospitalario. Una acción que lleva a privilegiar la atención hacia las personas mayores y las personas enfermas, muchas de las cuales sufren la soledad y el empobrecimiento personal.
Finalmente el cuarto capítulo lleva el título El gusto de ser pueblo, y quiere ayudar a vivir la verdadera comunión de quienes se encuentran en proceso de conversión y se comprometen de una manera corresponsable en el pueblo de Dios. La conversión personal debe ir acompañada de la conversión comunitaria, y el Santo Padre nos recuerda que también debe llegar a la conversión de las estructuras de comunión que hay en la Iglesia, es decir, a la diócesis, al arciprestazgo y a las parroquias. Sin este trabajo de conversión pastoral y de auténtica renovación, probablemente la acción evangelizadora de la Iglesia en el mundo actual podría perder fuerza e incluso debilitarse.
La acción propuesta para este curso en relación con este apartado es: Propiciar formas diversas para vivir la fraternidad sacerdotal y expresar la comunión, prestando especial atención a la importancia de los presbíteros y diáconos en este trabajo de comunión, que debe llegar también a las comunidades parroquiales, a los movimientos y a las estructuras diocesanas, a los religiosos y a los laicos.
Vislumbremos ya la celebración de la Navidad, expresemos el gusto por formar parte del pueblo de los bautizados, pero no olvidemos que este camino pide nuestra conversión personal y comunitaria. Que el camino del Adviento nos ayude a ello.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa