En mi anterior comentario me referí a un problema que considero esencial ante el nuevo curso: suscitar el sentido de Dios y la fe en los hombres de hoy, que es la línea directriz del pontificado de Benedicto XVI que pronto nos visitará en Santiago de Compostela y en Barcelona. Hoy, a la vista de la crisis económica, en la que estamos, deseo sugerir la necesidad de dos actitudes que me parecen indispensables para los cristianos y para las parroquias, comunidades y obras cristianas en general durante el curso que estamos comenzando: la austeridad y la solidaridad.
Quien sigue la actualidad del mundo y de Europa sabe que la crisis económica por la que estamos atravesando, con un gran reguero de dolor y angustia en muchas familias, no va a ser superada fácilmente. En nuestra rica Europa parece que ha sonado la hora de la austeridad y de no pocos sacrificios. Los países europeos más acreditados en sus finanzas no dudan en tomar decisiones en este sentido, por dolorosas que sean, e incluso aunque sean costosas electoralmente. La crisis constituye lo que el Concilio Vaticano II calificó como “los signos de los tiempos”. La crisis es sin duda un signo de nuestro tiempo.
Ante él, se impone que los cristianos recuperemos la virtud de la austeridad y demos ejemplo de ella en todas nuestras actividades. Y con la austeridad, la solidaridad. Son dos grandes retos que nos plantea este curso.
Leyendo un periódico católico, me sorprendió este titular “Sólo una economía solidaria nos podrá ayudar a salir de la crisis”. Era una entrevista a un antiguo banquero, el señor Claude Alphandéry, presidente de honor de una empresa llamada “France active”, defensor y promotor de las llamadas “empresas solidarias” y que ve en la economía solidaria un “necesario factor de regulación del sistema capitalista”.
Permítame el lector traducir su respuesta a la pregunta: ¿Pueden unas finanzas solidarias ayudarnos verdaderamente a salir de la crisis? “Ante la crisis actual –dice este banquero solidario- muchos dirigentes, tanto de derechas como de izquierdas, están convencidos de que se podrá regular el sistema dictando leyes y reglamentos. En realidad, las reglas solas no servirán para combatir la desmesura propia del capitalismo financiero. No saldremos de la crisis sin un movimiento fuerte de empresas solidarias que desarrollen un sentido ético, un gobierno democrático y que, por sus prácticas y sus valores, sirvan de ejemplo para influir en toda la sociedad y obligarla a tomar otras actitudes. Son necesarios unos contra-poderes. La economía solidaria es un factor del sistema capitalista. Lo que me alegra, es comprobar que emergen actualmente innumerables iniciativas que manifiestan la voluntad de vivir de otra manera”.
Hasta aquí la cita de este banquero que no dudo en calificar de profundamente cristiano. Porque nos invita a ser austeros y a ser solidarios. Y acaba con una actitud que me parece muy ejemplar, con una actitud de esperanza. Si un día salimos de la crisis más austeros y más solidarios, en las actitudes personales y en las prácticas de las instituciones, tanto públicas como privadas, esta crisis no habrá sido inútil. Esperémoslo.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrasa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa