El camino del ecumenismo

            Este año la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos queda enmarcada entre dos domingos, el actual y el próximo, día 25 de enero, fecha en la que la Iglesia católica celebra la Conversión de San Pablo, que este año tendrá sin duda un relieve especial por situarse dentro del Año de San Pablo, promulgado por Benedicto XVI  con una clara intención ecuménica.

            Este objetivo ecuménico fue también tratado por Juan Pablo II en su encíclica sobre Santa María titulada “La Madre del Redentor”. La segunda parte se titula “La Madre de Dios en el centro de la Iglesia peregrina” y se abre con esta declaración de una indudable voluntad ecuménica, es decir, de caminar con todos los hermanos cristianos hacia la realización de aquella unidad querida por Cristo: “El Espíritu promueve en todos los discípulos de Cristo el deseo y la colaboración para que todos se unan en paz, en un rebaño y bajo un solo pastor, como Cristo determinó: ‘Que todos sean uno para que el mundo crea” (Jn 17,21)” Esta cita del Evangelio según San Juan está incorporada significativamente al lema de la Semana de Plegaria de este año.

            El camino de la Iglesia, subraya Juan Pablo II, de modo especial en nuestra época está marcado por el signo del ecumenismo; es decir, un tiempo en que los cristianos buscamos  los caminos para reconstruir la unidad, dado que la unidad de los discípulos de Cristo es un gran signo para suscitar la fe del mundo, mientras que su división constituye un escándalo, como ya reconoció el Concilio Vaticano II en su decreto sobre el ecumenismo.

            En mi carta pastoral “Madre de Dios y madre nuestra” hice una breve referencia a la significación de la Madre de Jesús en el camino ecuménico. “María es modelo y signo de esperanza para la unión de las Iglesias ‘por su obediencia a la fe”. Cada cristiano y cada comunidad ha de hacer su camino de obediencia de la fe, aun sabiendo que existen discrepancias no leves en la búsqueda de la unidad de la fe”.

            Si durante un tiempo la figura de María fue motivo de discrepancias entre los cristianos de diversas confesiones, hoy está situación ha sido superada en buena parte. Por ello, Juan Pablo II pudo escribir que “es un buen auspicio que estas Iglesias y Comunidades eclesiales concuerden con la Iglesia católica en puntos fundamentales de la fe cristiana, incluso en lo concerniente a la Virgen María” (RM, 30). Estas Iglesias y Comunidades eclesiales “reconocen a María como Madre del Señor y consideran que esto forma parte de nuestra fe en Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre”. Esto está especialmente presente en la Iglesia ortodoxa y en las antiguas Iglesias orientales que destacan por su amor y su alabanza a la “”Theotókos” (Madre de Dios).

            Juan Pablo II detalla la riqueza de alabanzas a Santa María acumulada en Oriente y Occidente por la gran tradición de la Iglesia –sin olvidar el mensaje del arte sagrado, en especial la belleza de los iconos marianos- para añadir  que esta realidad puede ayudarnos a hacer realidad lo que fue uno de los grandes objetivos del pontificado del Papa venido de Polonia: “que la Iglesia vuelva a respirar plenamente con sus ‘dos pulmones’, Oriente y Occidente”.

            Ante la semana ecuménica de todos los cristianos, invito a todos mis hermanos y hermanas en la fe, a mirar a María como nuestra Madre común, que reza por la unidad de la familia de Dios y que va delante de todos nosotros en el largo séquito de los testigos de la fe en el único Señor, el Hijo de Dios, concebido en su seno virginal por obra del Espíritu Santo.

 

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa