El Concilio Vaticano II, un punto de referencia

En nuestro itinerario diocesano tenemos como punto de referencia tres acontecimientos eclesiales muy importantes para la Iglesia universal y para las Iglesias locales de Cataluña en el siglo XX: el Concilio Ecuménico Vaticano II, el Concilio Provincial Tarraconense (CPT) y la carta apostólica Novo Millennio Ineunte. También han inspirado nuestro Plan Pastoral Diocesano. Sobre todo el Concilio Vaticano II, convocado por el muy estimado Papa Juan XXIII, convertido en la hoja de ruta, al que debería referirse, en las décadas posteriores, toda la Iglesia católica, al someterse a revisión en su interior y al proyectarse hacia la evangelización del mundo. Por esto hay que retornar siempre al Concilio; hay que releer y estudiar los textos, en su génesis, en su desarrollo temático y en su aplicación concreta.

 

            Han pasado más de cuatro décadas y las nuevas circunstancias históricas son diferentes de aquellas en las cuales se celebró el Concilio; estas circunstancias imponen a la Iglesia nuevos retos y desafíos que han de ser tenidos en cuenta si la Iglesia católica -al ritmo de los tiempos- quiere seguir proyectando la luz siempre vigente del Evangelio para las generaciones presentes y futuras.

 

            El año 1995 se celebró el último CPT y su eje inspirador y el de las conclusiones aprobadas es la evangelización. Y ésta es una tarea siempre inacabada. De hecho, el CPT quiso ponerse a la escucha del Espíritu Santo: "Espíritu, ¿qué dices a las Iglesias de la Tarraconense?" El CPT fue un esfuerzo para relanzar en nuestra tierra el impulso renovador del Vaticano II.

 

            La fidelidad a estos dos concilios nos pide, me parece, que todo en la Iglesia esté centrado en Jesucristo. Nos pide que, en estos países nuestros de antigua cristiandad pero de una fuerte crisis de fe, todo en nuestras actividades -desde la preparación para el bautismo o la primera comunión y la confirmación hasta las gestiones en el despacho parroquial - esté situado bajo la perspectiva y al servicio de la evangelización.

 

            Hemos de observar tres principios que estuvieron muy presentes en el Concilio Vaticano II y también en nuestro CPT: el primado de la Palabra de Dios, la centralidad de la Eucaristía, la solidaridad con los pobres y marginados. Éste último es un aspecto especialmente actual, en el que Benedicto XVI ha insistido en su carta encíclica Deus caritas est. Hoy, entre nosotros, esta exigencia ha de manifestarse sobre todo con los inmigrantes: he de dar gracias a Dios por todo lo que hacen muchos cristianos y cristianas de nuestra tierra en favor de la acogida a los inmigrantes, con un deseo de servicio y de inserción e integración social.

 

            El Papa Juan Pablo II, en su exhortación apostólica Novo Millennio Ineunte, nos da unas pautas para el tercer milenio de la historia del cristianismo. En primer lugar, la santidad, como la perspectiva en la cual ha de situarse el itinerario pastoral. Para la pedagogía de la santidad, es preciso un cristianismo que se distinga sobre todo por el arte de la oración y por la aceptación práctica de la primacía de la gracia, que nos ayuda a superar la tentación de pensar que los resultados dependen sólo de nuestras capacidades.

 

            Juan Pablo II nos dijo que el gran reto que tenemos en el nuevo milenio es el de hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión; promover una espiritualidad de comunión y proponérnosla como principio educativo. En estas tres fuentes se quiere inspirar el Plan Pastoral de nuestra diócesis. Volveremos a hablar de ello, Dios mediante.

 

   

+ Josep Àngel Saiz Meneses

 

Obispo de Terrassa

 

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa