El diálogo entre cristianos y musulmanes.

En el clima de la reciente Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos y de la acogida fraternal de los inmigrantes, creo que es oportuno hacer una reflexión sobre el diálogo de los cristianos con las grandes religiones, y en concreto con los fieles de la religión islámica. Si existe un ecumenismo, un diálogo y un acercamiento intercristiano, también existe un diálogo y un acercamiento interreligioso.
 En mi escrito del pasado 6 de enero, festividad de la Epifanía, hablando de los reyes de Oriente que llegaron a Jerusalén siguiendo una estrella que los llevó hasta Jesús, me referí al diálogo interreligioso y en este contexto cité un hecho muy significativo. La carta que 130 intelectuales musulmanes habían dirigido al Santo Padre y a otros dirigentes cristianos proponiendo un diálogo y un acercamiento entre cristianos y musulmanes.
 Pues bien, el Papa ha respondido a esta petición. Fue el mismo Benedicto XVI quien, según informaciones fidedignas, lo anunció a los cardenales durante los días del consistorio y de la jornada de reflexión y oración, la última semana del pasado mes de noviembre. Por medio del secretario de Estado, Tarsicio Bertone, el Santo Padre ha agradecido al grupo de musulmanes su propuesta de diálogo y los ha invitado a trasladarse a Roma para reunirse con ellos. 
La respuesta del Papa es muy positiva y va dirigida al príncipe Ghazi de Jordania, uno de los firmantes. El Santo Padre manifiesta ”su profunda estima hacia el gesto y el espíritu positivo que inspira la carta de los musulmanes”. Después, recordando las “diferencias entre cristianos y musulmanes”, recuerda lo que une a ambas religiones: la creencia en “un Dios único”, que “al final de los tiempos será el juez de cada persona, según como hayan sido sus acciones”.
 El Papa se muestra sensible al hecho de que los musulmanes, en su carta, hayan escogido centrar el diálogo en el tema del amor a Dios y al prójimo, tema que justamente está en el centro de su primera encíclica. Y cita la declaración del Concilio Vaticano II Nostra Aetate, sobre las religiones no cristianas, en su número 3, que se refiere a la religión islámica con estas palabras: “La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes, que adoran al único Dios vivo y subsistente, misericordioso y omnipotente, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres… Y si bien en el transcurso de los siglos han surgido no pocas disensiones y enemistades entre cristianos y musulmanes, este sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, ejerzan sinceramente la comprensión mutua, defiendan y promuevan juntos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres”. 
 El Papa enumera las condiciones de un posible diálogo: respeto a la dignidad de cada persona, conocimiento objetivo de la religión del otro y compromiso común para fomentar el respeto mutuo. También subraya que las perspectivas de colaboración son sobre todo culturales y sociales.
 Finalmente, el Santo Padre invita a una delegación de los 138 firmantes a reunirse con él en Roma, donde esta delegación musulmana podrá reunirse con diez expertos católicos bajo el patrocinio del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, que preside el cardenal francés Jean-Louis Tauran.
 Este hecho tiene una especial significación en nuestro país porque, a causa de la inmigración, vive entre nosotros un número creciente de fieles de la religión islámica. Me permito recordar la regla de oro para este diálogo interreligioso y también para una convivencia satisfactoria aquí y en los países de mayoría musulmana o de mayorías religiosas diferentes, así como para las relaciones internacionales: reciprocidad. Reciprocidad quiere decir derecho de igualdad y de respeto mutuo entre personas, entre instituciones, entre estados. Reciprocidad quiere decir justicia en las relaciones mutuas.

+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
 

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa