Hoy os sugiero reflexionar sobre el estilo cristiano, sobre la manera de comportarnos los cristianos en el mundo. Porque los cristianos no vivimos en otro mundo, sino que peregrinamos en este nuestro mundo. Voy a hacerlo con unas reflexiones sobre la humildad, que he encontrado en el mensaje del papa Francisco en la pasada Pascua de Resurrección.
El papa recordó que Jesucristo, por amor a nosotros, se despojó de su gloria divina; se vació de si mismo, asumió la forma de siervo y se humilló hasta la muerte, y muerte de cruz. Por esto Dios lo ha exaltado y le ha hecho Señor del universo (cf. Fl 2,5 11). Jesús es el Señor: ésta es la profesión de fe más breve y más antigua que conservamos en la Iglesia.
Con su muerte y resurrección, Jesús muestra a todos la vía de la vida y de la felicidad: y esta vía es la humildad, que comporta también la humillación. Es casi una provocación hablar de humildad y de humillación en el mundo de hoy, tan afirmativo de si mismo y tan competitivo. Pero creo que fue el gran escritor Chesterton quien dijo que la humildad debería ser la virtud que caracterizara a los cristianos. Sólo quien se humilla puede ir hacia «los bienes de allá arriba», a Dios (cf. Col 3,1-4). El orgulloso mira «desde arriba hacia abajo», el humilde, «desde abajo hacia arriba».
El papa Francisco propuso, en su mensaje pascual, un significativo ejemplo de humildad en los apóstoles. Y explicó que, en la mañana de Pascua, advertidos por las mujeres, Pedro y Juan corrieron al sepulcro y lo encontraron abierto y vacío. Entonces se acercaron y se «inclinaron» para entrar en la tumba. Para entrar en el misterio —explicó el papa Francisco— hay que «inclinarse», abajarse. Sólo quien se abaja comprende la glorificación de Jesús y puede seguirlo en su camino.
El mundo —señaló el Papa— propone imponerse a toda costa, competir, hacerse valer... Pero los cristianos, por la gracia de Cristo muerto y resucitado, son los brotes de otra humanidad, y tratan de vivir al servicio de los demás, de no ser altivos, sino disponibles y respetuosos.
«Esto no es debilidad —subrayó el papa Francisco—, sino auténtica fuerza. Quien lleva en si el poder de Dios, de su amor y su justicia, no necesita usar violencia, sino que habla y actúa con la fuerza de la verdad, de la belleza y del amor.»
Frente a nuestro mundo, los cristianos hemos de implorar del Señor resucitado y de su Espiritu Santo —que él nos ha enviado— la gracia de no ceder al orgullo que fomenta la violencia y las guerras, sino que pongamos en obra el valor humilde del perdón y de la paz. Pidamos a Jesús victorioso del pecado y de la muerte, por su cruz y su resurrección, que alivie el sufrimiento de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su nombre y por su condición de cristianos. Y también pedimos por las victimas de los conflictos y las violencias que se están produciendo en nuestro mundo. Que son muchas.
La vía cristiana y el estilo cristiano de la humildad pueden parecer débiles e ineficaces. Pero el mensaje pascual —central en la fe cristiana— nos asegura que es el camino más eficaz para la salvación del mundo. Es el camino seguido por el mismo Jesucristo. ¿Qué otro camino podríamos seguir nosotros?
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa