En la carta dominical anterior de la sabiduría de los ancianos y sobre todo de cómo hemos de ser agradecidos con ellos. Hoy, en el Día de la Iglesia Diocesana, conocida también como Jornada de Germanor, o de Fraternidad, traigo a colación una sentencia que el Papa acostumbra a citar. En una de sus últimas homilías pronunciada en Buenos Aires, antes de partir para Roma, donde sería elegido Papa, el cardenal Bergoglio dijo: “¡Qué despreciable es el que atesora sólo para sí, el que tiene un corazón egoísta y chiquito, y sólo piensa en manotear para tener una tajada grande, que no se llevará cuando se muera. Porque nadie se lleva nada de los bienes materiales de este mundo. Nunca vi un camión de mudanzas detrás de un coche fúnebre. Mi abuela Rosa decía: la mortaja no tiene bolsillos”.
Con estas dos imágenes tan gráficas, pronunciadas en la basílica de San Cayetano, un santo muy popular en el gran Buenos Aires, al que se le suele pedir “pan y trabajo”, como a nuestro San Pancracio, el Papa quería estimular la generosidad de sus oyentes. Y esto es también lo que atrevo a sugerir a mis diocesanos en esta jornada de mediados de noviembre. Es la única jornada al año en que pedimos por la Iglesia Diocesana. Ciertamente, que hay otras colectas durante el año litúrgico, pero lo recaudado en ellas va destinado a los organismos para los que se pide ayuda, como la colecta de Cáritas, o la de las Misiones o la de Manos Unidas, por poner unos ejemplos.
Pedir siempre cuesta. A mí siempre me ha costado hacerlo. Y lo he tenido que hacer primero como sacerdote y ahora como obispo. Pedir con motivo de la Jornada de Germanor o de la Iglesia Diocesana no es fácil. Porque puede parecer que pedimos para mantener una estructura. Y la defensa y la justificación de las estructuras no tiene mucho atractivo. Sin embargo, hemos de ser realistas. No pedimos meramente para mantener una estructura, sino para mantener los servicios que esta estructura hace a la gente. En la breve vida de nuestra joven diócesis hemos procurado seguir, entre otros, este principio: No crear estructuras para llenarlas después de vida, sino procurar generar vida abundante, que ya iremos estructurando cuando convenga. La estructura ha de ser la mínima, porque la Iglesia está en medio del mundo para servir, pero un mínimo sí que es necesario. Y si una vez al año se pide, es sobre todo para mantener los numerosos servicios pastorales y sociales.
Por esto, un año más, os pido, queridos diocesanos, que seáis generosos en la colecta que hoy se efectúa en todas las iglesias. La crisis económica persiste y el paro es todavía una lacra muy extendida entre la población trabajadora. Quienes acuden a Cáritas o a otras obras sociales pidiendo una ayuda de emergencia, lo que piden sobre todo es trabajo. Y esto es ejemplar. Pero el trabajo es un bien escaso y a veces ayudar en lo básico a las personas que pasan un mal momento, es ponerlas en condiciones de recuperar su autonomía. En más de una ocasión he constatado que personas que recibieron una ayuda de Cáritas, cuando su situación ha mejorado, han querido ofrecerse para ayudar con sus donativos o con su aportación como voluntarios.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa