Coincidiendo con la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo – el popular día de la Candelera- la Iglesia celebra la Jornada de la Vida Consagrada; esto es, el día dedicado a los religiosos y religiosas, que son los cristianos y cristianas que llevan el compromiso de su bautismo hasta la consagración a Dios por medio de la profesión de los consejos evangélicos.
Este año la jornada tiene como lema “Caminos de consagración” y nos acerca a la esencia misma de la vida religiosa, que es una imitación especial de Jesucristo y una entrega de toda la vida del religioso o la religiosa a Jesucristo.
Tiene un sentido profundo celebrar la gracia de la vida religiosa para la Iglesia y para el mundo en el día que celebramos la presentación de Jesús en el templo. Una de las dimensiones del día de la Candelero es la ofrenda de aquel Niño a Dios. La carta a los Hebreos nos adentra en el sentido de la consagración de Cristo a Dios Padre cuando afirma que Cristo decía a su Padre al entrar en el mundo: “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas; pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: ‘Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad’”. Y más adelante se refiere al fruto de esta entrega de Cristo con estas palabras: “Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre” (Hb 10,5-10).
Tiene gran sentido que los religiosos y religiosas en este día renueven sus votos, su consagración a Dios. Toda su vida es un camino de consagración, a imitación de Jesucristo. Los religiosos y religiosas no son hombres y mujeres de otro mundo: son de este nuestro mundo; son hermanos nuestros. Y su compromiso de consagración es una invitación para todos los miembros de la Iglesia a seguir cada cual su propia vocación.
Por eso el Concilio Vaticano II, al referirse a la vida religiosa dice que “la profesión de los consejos evangélicos se nos presenta como un signo que puede y ha de atraer eficazmente a todos los miembros de la Iglesia a cumplir con valentía todos los deberes de la vocación cristiana”. “Este mismo estado de vida –añade el Concilio- imita más de cerca y recuerda continuamente en la Iglesia aquella forma de vida que el Hijo de Dios eligió al venir al mundo para hacer la voluntad del Padre y que propuso a los discípulos que le seguían” (LG 44).
Hablando de la grandeza del camino –o de los diversos caminos- de la consagración religiosa, el Concilio formulaba un deseo que las religiosas y los religiosos realizan en el día a día de su vida: que “la Iglesia muestre, cada vez con mayor perfección, a creyentes y no creyentes, a Cristo, que está en contemplación en la cima del monte, que anuncia el Reino de Dios a las multitudes, que cura a enfermos y débiles y convierte a los pecadores a una vida mejor, o que bendice a los niños y hace el bien a todos, siempre obediente a la voluntad del Padre que lo envió” (LG 46).
Un reciente informe sobre la vida religiosa en Cataluña confirma lo que ya estaba en la conciencia de muchos cristianos. La gran fecundidad de la vida religiosa para nuestra sociedad. Por eso, ante la próxima jornada dedicada a ellos, les agradezco todo lo que en nuestro obispado hacen estos hermanos y hermanas religiosos tanto cara a Dios como cara a sus hermanos y hermanas. Vosotros, siguiendo día tras día “los caminos de vuestra consagración”, enriquecéis a la Iglesia y hacéis un gran servicio al mundo.
+Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa