Durante el trayecto en avión que le llevó desde Roma hasta Cracovia para la Jornada Mundial de la Juventud, el papa Francisco mantuvo su habitual conversación con los periodistas que le acompañan. Allí ofreció el primer titular. Con respecto al ataque perpetrado un día antes en Normandía y que costó la vida al sacerdote Jacques Hamel, el Papa declaró: "El mundo está en guerra". Pero aclaró que no se trata "de una guerra de religiones". El pontífice se mostró claro: "Hablo en serio de una guerra, una guerra de intereses, por los recursos naturales, guerra por el dominio de los pueblos. Alguno puede pensar que estoy hablando de guerra de religiones. No. Todas las religiones queremos la paz. La guerra la quieren otros. ¿Entendido?”.
En el castillo de Wawel, donde habló a las autoridades, les indicó que “hace falta disponibilidad para acoger a los que huyen de las guerras y del hambre; solidaridad con los que están privados de sus derechos fundamentales, incluido el de profesar libremente y con seguridad la propia fe. También se deben solicitar colaboraciones y sinergias internacionales para encontrar soluciones a los conflictos y las guerras, que obligan a muchas personas a abandonar sus hogares y su patria. Se trata, pues, de hacer todo lo posible por aliviar sus sufrimientos, sin cansarse de trabajar con inteligencia y continuidad por la justicia y la paz, dando testimonio con los hechos de los valores humanos y cristianos”. También les invitó a poner en marcha unas políticas sociales en favor de la familia, “el primer y fundamental núcleo de la sociedad, para apoyar a las más débiles y las más pobres, y ayudarlas en la acogida responsable de la vida”.
Uno de los momentos más impactantes de la JMJ fue el testimonio que ofreció en la Vigilia de Oración del sábado 30 la joven siria Rand Mittri, llegada de Alepo, en el que compartió que el miedo a morir cualquier día a causa de la guerra o a perder su hogar o su familia es una constante en su vida; pero pese a todo y a las dudas que la asaltaban, no había perdido la fe ni la esperanza. Justo hasta ese momento, en la JMJ de Cracovia los refugiados y las víctimas de la guerra habían sido protagonistas en abstracto. En la vigilia con Francisco tomaron la palabra en la voz de esta joven siria. “El significado de nuestras vidas ha sido interrumpido”, explicaba esta estudiante de ciencias ambientales sobre un conflicto que desgraciadamente no tiene viso alguno de terminar aún.
Ella colabora con los salesianos en un centro de acogida donde atienden a más de 700 personas. Es fácil imaginarse cómo se debe sentir. “Me resulta muy difícil darles alegría y esperanza cuando yo misma siento que parte de mi vida también está arruinada”. Aun así, no se detiene: “Así he descubierto que Dios existe a pesar de nuestro dolor. Es más, existe a través de nuestro dolor, donde nos muestra su amor”. El Papa Francisco pidió a la multitud rezar por Siria y por los demás conflictos que asolan la tierra, por las guerras internas de cada uno. Uniendo las manos y guardando unos momentos de silencio.
Esta ha sido la JMJ con más medidas de seguridad de la historia, como con secuencia de la amenaza del terrorismo yihadista que se cernía sobre los grandes eventos que se iban a celebrar el pasado verano en Europa. El papa Francisco lanzó el mensaje más directo para quien pretenda generar una guerra bajo el amparo de la religión: “Nosotros no vamos a gritar contra nadie, no vamos a pelear, no queremos destruir. No queremos vencer al terror con más terror”. Este fue uno de sus mensajes para esta generación de jóvenes que están llamados a ser protagonistas del futuro, de un futuro de paz.
+ Josep Àngel Saiz Meneses Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa