El ser humano, a lo largo de la historia, ha buscado la verdad, ha buscado el sentido de las cosas y sobre todo de su propia existencia (cf. Fides et Ratio). La exhortación “conócete a ti mismo” es un buen reflejo de esa búsqueda y de la importancia que en la Grecia clásica se daba al conocimiento de uno mismo. Las preguntas fundamentales sobre la propia identidad, sobre la procedencia y el final de la vida, sobre el problema del mal y de la muerte, sobre el más allá, están presentes en todas las culturas.
La filosofía nace cuando el ser humano empieza a preguntarse el por qué y el para qué de las cosas. La reflexión filosófica ayuda al ser humano para avanzar en el conocimiento de la verdad porque ayuda a formular la pregunta sobre el sentido de la vida y a encontrar la respuesta, y muestra que el deseo de verdad pertenece a la naturaleza misma del hombre. Pero actualmente, la pregunta por la verdad y la búsqueda de la verdad se ven un tanto eclipsadas.
Desde aquí me gustaría invitar a los lectores a que se tomen de tanto en tanto un tiempo de reflexión, de parada en el camino para poder responder a los interrogantes profundos de la vida. En las conversaciones con personas agnósticas jóvenes y no tan jóvenes tengo la costumbre de recomendar algo sencillo: buscar la verdad a través de una vida coherente, hacer el bien a través de una existencia solidaria.
Esa es la trayectoria que siguió Edith Stein, nacida el 12 de octubre de 1891 en Breslau en el seno de una familia judía. Aunque su madre era una mujer piadosa, ella había perdido la fe. Pero si algo la caracterizaba era precisamente una búsqueda apasionada de la verdad. Desde muy pronto comenzó a preguntarse por el sentido más profundo de la existencia humana. Esa pregunta fue la raíz y el fundamento de sus estudios filosóficos a los cuales se dedicaba con intensidad. Fue discípula de Edmund Husserl. Las clases de Max Scheler significaron un apoyo importante en su largo camino de conversión, pero la influencia decisiva la ejercieron los testimonios de fe de amigos cristianos y los escritos de Santa Teresa de Jesús. En el verano de 1921 se convierte al catolicismo y el 1 de enero de 1922 fue bautizada en el templo parroquial de Bergzabern en el Palatinado.
Edith Stein entró el 14 de octubre de 1933 en el convento de las Carmelitas Descalzas de Colonia y recibió en la toma de hábito el nombre de "Teresa Benedicta de la Cruz". El 21 de abril de 1938 hizo sus votos perpetuos y en el mismo año tuvo que emigrar al Carmelo de Echt, en Holanda, a causa de las intrigas antijudías del régimen nacionalsocialista de Hitler. Después de la ocupación alemana de los Países Bajos comenzó también en Holanda la persecución de los judíos y el primer domingo de agosto la Gestapo tomó prisioneras a Edith Stein y su hermana Rosa. Ambas fueron deportadas a Auschwitz donde murieron asesinadas en las cámaras de gas el 9 de agosto de 1942.
Para Edith Stein, Dios es la verdad, y quien busca la verdad, busca a Dios. Esta búsqueda de la verdad se convierte para ella en una oración. Su inquietud por la verdad la lleva a buscar y también a encontrar. Y en esa búsqueda y encuentro va entregando su vida. Cuando analiza su itinerario de búsqueda de la verdad, llega a la conclusión de que Dios es la verdad y de que quien busca la verdad está buscando a Dios, sea o no consciente de ello. Si la persona que busca la verdad lo que busca es la verdad profunda de la vida y de la realidad, y no una pura acumulación de datos, esa persona está muy cercana a Dios, que es la Verdad.
Amigos lectores, lejos quedan los tiempos de imposiciones, sean del tipo que sean. Es el tiempo de la propuesta, del diálogo, de la búsqueda. Busquemos todos el sentido de las cosas, el sentido de la vida, busquemos la verdad y el bien, y sobre todo, busquemos sin miedo.
Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa