El pasado 13 de octubre un grupo de 138 representantes del mundo musulmán envió una carta a todos los representantes de las Iglesias cristianas, entre los cuales al Papa Benedicto XVI, en que se propone estrechar los lazos de fraternidad entre las dos religiones.
Este signo tan esperanzador no ha de ser desaprovechado, dado que esta carta es un gesto de buena voluntad del mundo islámico a favor de la paz, a favor del diálogo entre las religiones y contra toda forma de violencia y fundamentalismo. Es cierto que el diálogo entre católicos, cristianos y musulmanes no ha empezado ahora, sino que ya tiene una larga historia. Pero también es cierto que nunca antes una iniciativa a favor de la fraternidad entre las religiones había tenido una amplitud tan grande, ya que la carta ha sido firmada por comunidades muy diversas: hay sunitas, chiítas, ismaelitas… de 43 países diferentes. Hasta ahora no se había visto una declaración formal tan ampliamente representativa a favor del diálogo y la paz.
Esta noticia me parece que merece ser comentada y valorada en la fiesta de hoy, la Epifanía del Señor; es decir, su manifestación –Epifanía quiere decir precisamente manifestación o revelación- como el Salvador esperado por todos los hombres.
El evangelio de esta fiesta –una bellísima narración del Evangelio de San Mateo- nos explica que unos personajes de países lejanos ven aparecer en el cielo una estrella, y emprenden un largo camino para seguirla, convencidos de que aquella estrella es el anuncio de algo muy grande que vale la pena ir a buscar.
Esto es lo que celebramos en la fiesta de hoy, el Día de Reyes, como es conocida popularmente: que la luz de Jesús ilumina a todos los pueblos de la tierra, que la salvación que él viene a traer está destinada a todos, por unos caminos que sólo Dios conoce. La tradición ha captado muy bien este sentido universal de la fiesta cuando ha imaginado que aquellos personajes venidos de Oriente eran de tres colores diferentes, blanco, rubio y negro, como un signo de la diversidad y pluralidad de todos los pueblos de la tierra.
Dado que aquellos personajes ofrecieron a Jesús tres regalos –oro, incienso y mirra- la tradición ha supuesto que eran tres, y les ha puesto nombre: Melchor, Gaspar y Baltasar. También ha imaginado que eran reyes, cuando el relato dice que eran magos o sabios y estudiosos. Por eso la fiesta de hoy es una fiesta de universalidad y hay quien la considera la fiesta del diálogo y de la fraternidad entre todas las religiones del mundo.
La tradición, finalmente, ha hecho algo que marca profundamente el día de hoy. Aquellos magos que honraron a Jesús Niño han encontrado la manera de prolongar su bondad en el tiempo, siendo también motivo de alegría y de ilusión para los niños. Acompañando la alegría de los niños y niñas, en este día tan suyo, nuestro recuerdo va a los padres y las madres que cuidan y educan a sus hijos y que tanto hacen para que puedan tener una infancia llena de ilusiones i de alegrías.
Hemos iniciado el año celebrando, el día 1 de enero, la Jornada Mundial de la Paz, que promueve el Papa. Este año ha tenido el lema: “La familia humana, comunidad de paz”. La fiesta de la Epifanía nos dice que los humanos somos una familia, porque todos somos hijos del Dios único y lleno de amor. Y la alegría de los niños nos dice que hemos de trabajar durante todo el año para encontrar los caminos de la fraternidad y la paz entre todos los hombres, todos los pueblos y todas las religiones.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa