La Estrella de la nueva evangelización

En vísperas de la celebración del Nacimiento del Salvador, la liturgia del cuarto domingo de Adviento nos invita a contemplar, en la lectura del  Evangelio, el acontecimiento de la Visitación de María a su prima Isabel.

Dios Padre, al enviarnos a su Hijo, trae la salvación a la humanidad entera, pero la realiza mediante la obediencia de la fe de algunas personas concretas, cuya vida y palabras adquieren eficacia cuando son acogidas con el mismo espíritu de fe en el que fueron vividas y comunicadas.

La Visitación es un hecho familiar que adquiere una relevancia y una significación salvífica. En la Virgen María se cumple el sí de Dios al mundo al darnos a su Hijo. La aceptación de María abre el camino al sí obediente del Hijo al Padre cuando entra en el mundo, del que habla la Carta a los Hebreos. El sí obediente de María permite al mundo acoger por la fe el don de Dios.

En vísperas de Navidad, todo se hace adoración, recogimiento e invitación a la contemplación. María representa a la Iglesia y personifica a cada uno de los creyentes que, a través de los siglos, han acogido en la entraña de su corazón –centro de la persona, según la Biblia- al Hijo de Dios hecho hombre.

En vigilias de Navidad se cumple aquel lema tradicional que reza así: “lex orandi, lex credendi et lex vivendi”. Generalmente, se suelen citar los dos primeros elementos: la ley o la norma de la plegaria expresa la norma de la fe. Pero me gusta mucho esta versión ampliada que he encontrado en  un acreditado teólogo y que añade que la ley de la plegaria es norma de la fe y asimismo norma de la vida cristiana.

Sirvan como ilustración de lo que acabo de expresar estos textos de las plegarias de la misa de los días inmediatos a la fiesta de Navidad:”Dios, creador y restaurador del hombre, que has querido que tu Hijo, Palabra eterna, se encarnase en el seno de María siempre Virgen” (día 17). “Oh Dios, que has transformado a la Virgen Inmaculada, por obra del  Espíritu Santo, en templo de tu divinidad” (20 de diciembre). “Dios todopoderoso y eterno, al acercarnos, te pedimos que tu Hijo, que se encarnó en las entrañas de la Virgen María y quiso vivir entre nosotros, nos haga partícipes de la abundancia de su misericordia” (día 23).

Se comprende así este bello título que el Papa Benedicto XVI ha dado a la Virgen María de “Madre de la Palabra de Dios” (Exhortación Verbum Domini, n. 27-28 y 124), añadiendo en el primer caso el título de “Madre de la fe” y en el segundo el de “Madre de la alegría”.

En sus palabras a la hora del Àngelus del pasado 28 de octubre, después de clausurar los trabajos del Sínodo sobre la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, el Papa dijo lo que sigue: “Confiamos a la Virgen María los frutos del trabajo de la asamblea sinodal recién concluida. Ella, que es la Estrella de la nueva evangelización, nos enseñe y nos ayude a llevar a todos a Cristo, con coraje y con gozo”.

Con estos sentimientos, deseo a todos cuantos siguen estas reflexiones semanales, una santa y gozosa Navidad.

 

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa