La Eucaristía, centro vital de la Iglesia.

El pasado 13 de marzo se hizo pública la Exhortación apostólica de Benedicto XVI -la primera de su pontificado- titulada Sacramentum Caritatis: el sacramento de la caridad. El documento tiene una clara conexión con su primera encíclica, centrada en el amor cristiano: Dios es amor. Presenta a  toda la Iglesia las conclusiones del Sínodo de los obispos celebrado en octubre de 2005, un Sínodo convocado por Juan Pablo II pero que ya se celebró bajo el pontificado del Papa actual. Juan Pablo II dedicó a la Eucaristía la última de sus encíclicas, que se abre con esta afirmación: "Ecclesia de Eucharistia vivit": la Iglesia vive de la Eucaristía.
 El texto de Benedicto XVI ahora publicado se divide en tres partes: la Eucaristía como misterio que se ha de creer, como misterio que se ha de celebrar -y celebrar bien- y como misterio que se ha de vivir en el compromiso cristiano de cada día.
 En la primera parte -el creer- el Papa reflexiona sobre lo que la Eucaristía es: el pan bajado del cielo; don gratuito del Dios Trinidad; Cristo, el verdadero Cordero inmolado, que realiza una nueva y eterna alianza de Dios con la humanidad. La Eucaristía muestra cómo la muerte de Cristo, "de por sí violenta y absurda, se ha transformado en un acto supremo de amor y de liberación definitiva del mal de la humanidad". "Cristo mismo, en virtud de la acción del Espíritu, está presente y actuante en su Iglesia desde su centro vital que es la Eucaristía".
 Por lo que se refiere a la segunda parte - la celebración - el Papa trata sobre la "belleza de la liturgia" y afirma que "en los trabajos sinodales se insistió diversas veces en la necesidad de superar cualquier posible separación entre el ars celebrandi, es decir, el arte de celebrar rectamente, y la participación plena, activa y fructuosa de todos los fieles”.
 En la tercera parte -la vivencia eucarística- el Santo Padre habla de la forma eucarística de la vida cristiana. "Ya desde la reunión litúrgica, el sacramento de la Eucaristía nos compromete en la realidad cotidiana a fin de que todo se haga para la gloria de Dios", dice Benedicto XVI. Y más adelante añade: "El culto a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales; por el contrario, exige el testimonio público de la propia fe". La Eucaristía es un misterio que hay que anunciar y ofrecer al mundo: "La vocación de cada uno de nosotros consiste en ser, juntamente con Jesús, pan partido para la vida del mundo. El Papa nos exhorta a todos los cristianos, como fruto de la celebración eucarística, "a un compromiso renovado en la construcción de un mundo más justo y pacífico, donde el pan partido para la vida de todos sea cada vez más la causa ejemplar en la lucha contra el hambre y contra toda clase de pobreza".
 Benedicto XVI cierra la exhortación apostólica de esta manera: "La Eucaristía nos hace descubrir que Cristo, muerto y resucitado, se hace contemporáneo nuestro en el misterio de la Iglesia, que es su Cuerpo. Hemos sido testigos de este misterio de amor. Deseamos ir, llenos de alegría y admiración, al encuentro de la santa Eucaristía para experimentar y anunciar a los demás la verdad de la palabra con que Jesús se despidió de sus discípulos: 'Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo' (Mt 28, 20)".
 Este tiempo de Pascua es especialmente oportuno para reflexionar sobre el sacramento del pan partido para la vida del mundo. Por esto, después de esta presentación general del documento papal, espero poder reflexionar sobre algunos de sus temas, en conexión con la liturgia de los domingos pascuales.

+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa