LA EUCARISTÍA, CUMBRE Y FUENTE DE LA VIDA CRISTIANA

El día 4 de diciembre de 1963 fue aprobada por el Concilio Vaticano II la Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la liturgia. Fue la primera constitución aprobada y por tanto el primer fruto conciliar, que a su vez tuvo una acogida inmediata, visible y muy grata por parte del pueblo cristiano. Algo semejante podemos decir de su repercusión, que para los más jóvenes es difícil de imaginar. El obispo que escribe estas líneas era en aquellos momentos un monaguillo precoz que estaba aprendiendo las respuestas de la misa en latín, lengua oficial de la Iglesia, y lengua en que se celebraban las misas. Mi aprendizaje se vio interrumpido porque a partir de entonces la celebración eucarística sería en lengua vernácula. Otro de los cambios más visibles sería el de celebrar la eucaristía de cara al pueblo y no de espaldas.

En el primer párrafo del documento se hace una muy explícita declaración de intenciones. El Concilio se propone acrecentar la vida cristiana de los fieles, adaptar las instituciones, promover la unidad de los cristianos y fortalecer los cauces de incorporación a la Iglesia. Por eso desea especialmente propiciar por un lado la reforma de la liturgia, y por otro lado su fomento (cf. nº 1). Esta reforma y este fomento de la liturgia que tiene lugar en el concilio es la culminación del movimiento litúrgico. Se trata de una semilla sembrada en el siglo XIX con la intención y la esperanza de acercar la liturgia al pueblo, que va germinando a lo largo del siglo XX. El movimiento litúrgico provoca la renovación de la liturgia de la Iglesia y también va explicitando el lugar y la importancia de la liturgia en la vida de la Iglesia.

Me gustaría recordar dos subrayados del documento. El primero es el sentido y el carácter central del Misterio Pascual. El Concilio sitúa la liturgia en el horizonte de la obra de la salvación realizada por Cristo cuando llega la plenitud de los tiempos. Cristo lleva a cabo la redención principalmente por medio del misterio pascual de su pasión, de su resurrección y de su gloriosa ascensión (cf. n. 5). Esta obra de la salvación es continuada por la Iglesia, se anuncia y se realiza mediante los sacramentos (n. 6). Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo y las celebraciones litúrgicas son acción sagrada por excelencia, y son acción eficaz por excelencia en orden a la santificación de los fieles (cf. 5-7). La liturgia "es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza" (n. 10). Especialmente de la Eucaristía "mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin" (n. 10).

En segundo lugar, la recuperación de una doctrina que está en la línea de la tradición más antigua y genuina de la Iglesia: la comunidad cristiana o ecclesia como sujeto integral de la acción litúrgica. "Las acciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es "sacramento de unidad", es decir, pueblo santo congregado y ordenado bajo la dirección de los obispos. Por eso pertenecen a todo el cuerpo de la Iglesia, influyen en él y lo manifiestan; pero cada uno de los miembros de este cuerpo recibe un influjo diverso, según la diversidad de órdenes, funciones y participación efectiva" (SC 26).

Conmemoramos los cuarenta años de la Sacrosanctum Concilium. Aniversario que celebramos en un momento de mayor secularización y olvido de lo sagrado y, a la vez, un momento que necesita espiritualidad y que consciente o inconscientemente, directa o indirectamente, está manifestando sed de trascendencia, sed de Dios. La liturgia nos ofrece la respuesta más profunda y eficaz para el encuentro con Dios y con el hermano. Especialmente la celebración de la Eucaristía. Ojalá estemos atentos al paso de Dios por nuestra vida.


+Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa