En este domingo de Corpus Christi os invito a fijar nuestra atención en el gran sacramento de la Eucaristía que, como enseña el Concilio Vaticano II, es “fuente y cima de toda la vida cristiana” (LG 11). “Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado están unidos a la eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua” (PO 5).
Esto explica que, además de la celebración del Jueves Santo, el calendario cristiano haya querido incluir una festividad que es de adoración, exaltación y gratitud por la presencia real de Jesucristo en el sacramento eucarístico. Años atrás, como se recordará, esta fiesta se celebraba en jueves, y de ahí nació el dicho de que Corpus Christi era uno de aquellos tres jueves “que relucen más que el sol”. Pero ahora, por razones de racionalidad y continuidad del calendario laboral, el Corpus Christi, entre nosotros, ha sido trasladado al domingo.
Corpus Christi es, pues, tiempo de plegaria, tiempo de adoración del Santísimo Sacramento. Este es su sentido y su justificación esencial, que se expresa en una corta invocación que en latín dice así: “Adoremus in aeternum Sanctissimum Sacramentum”; o sea, “Adoremos eternamente el Santísimo Sacramento”. Y existe un texto litúrgico –atribuido a Santo Tomás de Aquino- que comienza con estas palabras: “Adoro te devote, latens Deitas/ quae sub his figuris vere latitas/ tibi se cor meum totum subiicit/ quia te contemplans totum deficit”, que en castellano dice: “Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo, porque contemplándote todo falta”.
Y el texto, muy profundo, expresa la imposibilidad de captar con argumentos racionales el misterio de la presencia de Dios en la Eucaristía, suplida sólo por la fe: “Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el gusto y el tacto, pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta palabra de verdad. En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí (en el sacramento eucarístico) se esconde también la humanidad, pero yo creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido”.
Corpus es también tiempo de solidaridad. Ya La Iglesia antigua unió estrechamente la celebración de la Eucaristía y la ayuda a los pobres, a los necesitados. Por esto mismo, se ha mantenido esta valiosa tradición y el Corpus Christi coincide con el Día de la Caridad. Es el día en que Cáritas da cuenta de sus trabajos y pide la ayuda de los cristianos en la colecta que, a favor de las obras de Cáritas, se realiza en todos los templos.
Nuestra diócesis ya dispone de una Cáritas propia y autónoma con respecto a la de Barcelona, con la que hemos trabajado conjuntamente en estos primeros años de la vida diocesana. Es una colaboración digna de agradecer, que ha redundado en un constante servicio a los pobres. Sigamos trabajando intensamente en los programas que tiene nuestra Cáritas. Mi sincera gratitud a cuantos trabajan en ella, a quienes aportan su colaboración como voluntarios y a quienes la hacen posible con sus donativos y ayudas.
Cáritas es obra de Iglesia, Cáritas es Iglesia. No lo olvidemos nunca.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa