La Conferencia Episcopal Española concede cada año los premios “¡Bravo!” que, como su nombre indica, son un elogio, un reconocimiento y una felicitación a quienes han sobresalido en alguno de los ámbitos de la comunicación. “¡Bravo!” es una exclamación que todos hemos de estar dispuestos a decir y que agradecemos que nos la digan. El elogio justo y generoso es un gran recurso educativo para mejorar la vida de las personas.
Uno de los que obtuvieron este premio en la pasada edición fue el arzobispo Claudio Maria Celli, responsable de la Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social. Éste, en las palabras que pronunció tras recibir el premio, dijo: “Este año el papa Francisco ha unido comunicación y misericordia y hemos de esforzarnos en ofrecer la verdad con la ternura de Dios”.
Sus breves palabras fueron una buena introducción al mensaje que el Papa ha publicado para la Jornada Mundial de los Medios de Comunicación Social que se celebra hoy, coincidiendo con la fiesta de la Ascensión del Señor al cielo. “Comunicación y misericordia: un encuentro fecundo”. Así ha titulado el Papa su mensaje, uniendo estos dos temas que pueden parecer alejados o casi antagónicos para quienes entienden que la comunicación ha de ser agresiva para que tenga interés y suscite reacciones.
En la obligada brevedad de este comentario no puedo recoger todos los matices del mensaje papal, que une el tema del actual Año Santo de la misericordia con la comunicación. Me voy a referir a un aspecto que puede interesar a todos, porque en definitiva todos nos comunicamos con los demás, aunque no seamos profesionales de la información o trabajadores de los medios de difusión: se trata de la capacidad de escuchar. Las nuevas tecnologías han ampliado mucho la capacidad comunicativa de cada persona. Pensemos, por ejemplo, en el uso del teléfono móvil en sus diversas formas y en sus variadas posibilidades, que están al orden del día y que los niños utilizan como “ciudadanos digitales”, con frecuencia más expertos que los mayores.
“Escuchar es mucho más que oír” –dice el Papa-. Oír hace referencia al ámbito de la información; escuchar, sin embargo, evoca la comunicación, y por eso escuchar nunca es fácil. A veces es más cómodo fingir ser sordos. Saber escuchar es una gracia inmensa, es un don que se ha de pedir para poder después ejercitarse practicándolo.”
Adentrándose en los nuevos instrumentos técnicos al servicio de la comunicación entre personas y grupos, el Papa afirma que “también los correos electrónicos, los mensajes de texto, las redes sociales, los foros pueden ser formas de comunicación plenamente humanas”. Tesis muy lúcida, que muchos expertos en comunicación suscriben actualmente. Pero el Papa, acto seguido de lo anterior, añade algo que me parece crucial, definitivo. Es esto: “No es la tecnología la que determina si la comunicación es auténtica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad para usar bien los medios a su disposición”. En suma: los medios técnicos pueden servir al bien y al mal, a la comunicación o al linchamiento y al enfrentamiento de personas y grupos.
El papa Francisco termina su mensaje con esta afirmación relativa al lema escogido: “El encuentro entre la comunicación y la misericordia es fecundo en la medida en que genera una proximidad que se hace cargo, consuela, cura, acompaña y celebra. En un mundo dividido, fragmentado, polarizado, comunicar con misericordia significa contribuir a la buena, libre y solidaria cercanía entre los hijos de Dios y los hermanos en humanidad”. Este es un reto para todos en este tiempo de tan espectaculares recursos comunicativos.
+ Josep Àngel Saiz Meneses Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa