La Iglesia, casa de la Palabra de Dios

      El tiempo de Cuaresma, que nos pide a todos un esfuerzo de conversión y de docilidad a la Palabra de Dios, es un tiempo oportuno para adentrarnos en los  contenidos de la exhortación apostólica de Benedicto XVI titulada “La Palabra del Señor”, a la que estoy dedicando algunas reflexiones en estas comunicaciones semanales.

      La segunda parte del documento se titula “La Palabra de Dios en la Iglesia” y está dedicada a mostrar la “contemporaneidad” de Cristo en la vida de la Iglesia y en la vida de cada cristiano: “La relación entre Cristo, Palabra del Padre, y la Iglesia no puede ser comprendida como si fuera solamente un acontecimiento del pasado, sino que es un relación vital, en la cual cada fiel está llamado a entrar personalmente” (n. 51).

     Esto es lo que se quiere expresar al hablar de la “contemporaneidad” de Cristo con los creyentes en Él. En efecto, la Palabra de Dios, Jesucristo, nos acompaña siempre con su luz y su gracia y nos conduce hasta su acción salvífica sobre todo por medio de los sacramentos.

     Esto se realiza, en primer lugar, en la liturgia de la Iglesia, en la cual la Palabra anuncia lo que el sacramento realiza. El protagonista es, en realidad, siempre el mismo: Jesucristo, que habla y que actúa. Por esto, el Papa habla de la “sacramentalidad” de la Palabra, por analogía con la identidad y la eficacia de los sacramentos.

     El Papa, en esta parte del documento, utiliza una expresión del mensaje final que el Sínodo episcopal de 2008 dirigió a todo el Pueblo de Dios: considera a la Iglesia como “casa de la Palabra”, lo que se realiza especialmente en la sagrada liturgia. “La Iglesia –dice el Papa- siempre ha sido consciente de que, en el acto litúrgico, la Palabra de Dios va acompañada por la íntima acción del Espíritu Santo que la hace operante en el corazón de los fieles” (n.52). En la liturgia se celebra la Palabra de Dios como palabra actual y viva, no como un mero recuerdo.

     Hacer de la Iglesia, y de cada una de nuestras comunidades cristianas, una verdadera “casa de la Palabra” pide una verdadera pedagogía de la Sagrada Escritura. El Papa no olvida estos aspectos prácticos, que han de ser el fruto de una buena teología y de una pastoral renovada. Y así habla de la importancia de los leccionarios bíblicos –los textos propuestos para toda la Iglesia en la celebración de la misa y en la Liturgia de las horas-, la necesaria formación de los lectores, la debida preparación de la homilía. Recomienda también las “celebraciones de la Palabra”, dar la debida solemnidad a la proclamación de la Palabra, redescubrir el valor del silencio en el conjunto de la celebración, cuidar de que los edificios sagrados tengan una buena acústica, no sustituir las lecturas bíblicas por otros textos, utilizar el canto en los momentos adecuados y facilitar la participación de las personas discapacitadas en la vista o en el oído.

     A todo esto hay que añadir la insistencia del Santo Padre en que la Biblia se convierta en el principio animador de toda la acción pastoral, en especial de la catequesis y de la llamada lectio divina, que como decía el mensaje final del Sínodo y que recoge Benedicto XVI en su exhortación, “es verdaderamente capaz de abrir al fiel no sólo el tesoro de la Palabra de Dios, sino también de crear el encuentro con Cristo, Palabra divina y viviente” (n. 87). 

     + Josep Àngel Saiz Meneses

     Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa