Pentecostés es la Pascua del Espíritu Santo, es también el comienzo de la Iglesia. En las diócesis catalanas, este Pentecostés del año 2014 está marcado por la presencia de los jóvenes cristianos, que el sábado, vigilia de Pentecostés, celebran el Aplec de l’Esperit, el encuentro festivo de la juventud cristiana convocado por los obispos catalanes.
Los jóvenes reunidos este sábado en Banyoles, diócesis de Girona, representan el futuro de la Iglesia. ¿Cómo habrá de ser la Iglesia en la que los jóvenes de hoy vivirán su madurez? ¿Cómo ha de ser la Iglesia que quiere el Papa Francisco, ya desde ahora? De hecho, lo dijo él mismo en su primer encuentro con los periodistas, recién elegido. “¡Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!” Nos lo dijo también en la reciente visita ad limina a los obispos, pidiéndonos que nuestras diócesis sean una comunidad acogedora, misionera, que se acerque a todos, en especial a los alejados de ella, con una actitud de diálogo.
Leyendo las homilías del cardenal Bergoglio cuando era arzobispo de de Buenos Aires, me ha impresionado constatar que lo que allí proponía es exactamente lo que ahora nos propone como sucesor de San Pedro.
En la ciudad de Rosario, el 8 de mayo de 2011, el cardenal Bergoglio presidió la misa con motivo de la clausura del Congreso Nacional de Doctrina Social de la Iglesia. En la homilía comentó dos de los textos del Evangelio que están entre sus páginas preferidas de la Biblia: uno es la parábola del “buen samaritano”, la del hombre bueno que, bajando de Jerusalén a Jericó, se encuentra un hombre que ha sido asaltado y herido, y lo atiende y lo lleva a una posada; el otro es la narración del encuentro de Cristo con los “discípulos de Emaús”, los cuales abandonan el Cenáculo desanimados y se vuelven a su casa, pero se encuentran en el camino un desconocido, al que reconocen al Partir el Pan.
En aquella ocasión el cardenal Bergoglio dijo: “No queremos ser esa Iglesia temerosa que está encerrada en el cenáculo, queremos ser una Iglesia solidaria que se anima a bajar de Jerusalén a Jericó, sin dar rodeos; la Iglesia que se anima a acercarse a los más pobres, a curarlos y a recibirlos. No queremos ser esa Iglesia desilusionada, que abandona la unidad de los apóstoles y se vuelve a su Emaús, queremos ser la Iglesia convertida que, después de recibir y reconocer a Jesús como compañero de camino de cada uno, emprende el retorno al cenáculo, vuelve llena de alegría a la cercanía con Pedro, acepta integrar con los otros la propia experiencia de proximidad y persevera en la comunión”. (Encuentro este texto en el libro Pilares de un pontificado, Editorial San Pablo, en las páginas 129-130).
He transcrito íntegramente esta cita porque me parece que constituye una descripción de la Iglesia que desea nuestro Papa. Os invito a releerla y a pensar qué podemos hacer cada uno de nosotros para que la iglesia diocesana de Terrassa, nuestra Iglesia local, pueda encontrarse retratada en esta descripción. Este es mi deseo y mi plegaria al Espíritu Santo en esta “Pascua granada” del año 2014. Con estos propósitos, os deseo a todos una santa y gozosa Pascua de Pentecostés.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa