La Iglesia se acerca a las personas alejadas

 

En comentarios anteriores me he referido a las tres líneas pastorales que han surgido en el último Sínodo de los Obispos sobre la evangelización en la actualidad. Dedico hoy esta reflexión a la tercera de las líneas, que el Santo Padre formuló con las siguientes palabras: “Un tercer aspecto tiene que ver con las personas bautizadas pero que no viven las exigencias del bautismo. Durante los trabajos sinodales se ha puesto de manifiesto que estas personas se encuentran en todos los continentes, especialmente en los países más secularizados”.

Estas últimas palabras ya nos indican que dicha línea pastoral hace especial referencia a nuestra situación religiosa. Entre nosotros no son pocos los bautizados que, por diversas razones o por descuido –agobiados por diversos problemas en su vida diaria- viven alejados de las prácticas religiosas.

“La Iglesia –dijo el Papa- les dedica una atención particular, para que encuentren nuevamente a Jesucristo, vuelvan a descubrir el gozo de la fe y regresen a las prácticas religiosas en la comunidad de los fieles”. Me parecen muy ilustrativos estos tres pasos que indica Benedicto XVI.

El primer objetivo es propiciar que esas personas se encuentren de nuevo con Cristo. Siempre, pero de manera especial en este Año de la Fe que estamos celebrando, es necesario poner a Jesucristo en el centro de nuestros esfuerzos evangelizadores. En la carta sobre el Año de la Fe, el Papa nos invita a centrarnos en la figura del Señor, a fijar la mirada en Él, porque sólo en Él pueden saciarse los anhelos del corazón humano.

El segundo objetivo que indica el Papa es que esas personas alejadas de la práctica religiosa y de la comunidad cristiana “vuelvan a descubrir el gozo de la fe”. Porque la fe cristiana no es una palabra de condenación sino una palabra de esperanza. La fe cristiana es una afirmación de vida, porque su centro es la Pascua de nuestro Señor: su muerte por nuestros pecados y su resurrección para nuestra justificación.

El tercer objetivo es que esas personas “regresen a las prácticas religiosas en la comunidad de los fieles”. Aquí la indicación se refiere en especial a la recepción de los sacramentos, a la plegaria comunitaria y de un modo especial a la celebración de la eucaristía dominical.

¿Cómo serán los frutos del Año de la Fe? Es imposible medirlos, porque la fe se vive en la conciencia de cada persona. Pero existen algunos indicadores de la vitalidad religiosa de una sociedad. Y uno de éstos es sin duda la asistencia a la misa dominical. Quiera Dios que el Año de la Fe nos permita mejorar en este punto.

Por lo que se refiere a nuestra diócesis de Terrassa hago mías las palabras del Papa en la homilía de clausura del pasado Sínodo: “Además de los métodos pastorales tradicionales, siempre válidos, la Iglesia intenta también utilizar métodos nuevos, usando asimismo nuevos lenguajes, apropiados a las diferentes culturas del mundo, proponiendo la verdad de Cristo en una actitud de diálogo y de amistad que tiene como fundamento a Dios que es Amor”.

Estas palabras son una invitación a la creatividad pastoral. Deseo profundamente – y pido al Espíritu Santo- que surjan en nuestra joven diócesis iniciativas de aproximación de las comunidades cristianas a las personas alejadas de la Iglesia, y siempre –como indica el Papa- en una actitud de diálogo y de amistad.

 

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa  

 

 

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa