Ya ha pasado la Jornada Mundial de la Juventud. Ahora nos queda la tarea de reflexionar sobre lo que el Papa nos ha dicho y trabajar más para que la Iglesia, en el día a día, sea más acogedora de los jóvenes. La JMJ es un hecho extraordinario, pero está llamado a incidir en la pastoral ordinaria.
Las JMJs pueden ofrecer un gran apoyo a la pastoral juvenil ordinaria de la Iglesia porque son una importante fuerza de renovación y ayudan a consolidar algunos puntos de fuerza de la pastoral ordinaria.
El encuentro de fe que se produce en la JMJ expresa la catolicidad, la universalidad de la gran familia que es la Iglesia, donde todos hemos de conocernos y reconocernos, aceptarnos y amarnos desde la diferencia de carismas, de sensibilidades de acentos culturales.
La JMJ ha tenido mucha influencia en los obispos a la hora de plantear y realizar la pastoral juvenil. Entre ellos y entre los sacerdotes y diáconos ha cundido el ejemplo de cercanía, de espontaneidad que tenía Juan Pablo II. Benedicto XVI sigue ofreciendo en la misma línea un ejemplo admirable. Lo mismo hay que decir de los sacerdotes, de los diáconos, de los religiosos y religiosas y de los muchos laicos, hombres y mujeres, que trabajan en la pastoral juvenil. En este sentido, se ha producido una sacudida dinamizadora y evangelizadora en toda la Iglesia.
Un aspecto importante es el de la influencia de la JMJ en la pastoral vocacional. Según noticias recientes, la archidiócesis de Sydney ha experimentado un importante crecimiento en las vocaciones sacerdotales y religiosas, fruto en buena parte de la JMJ celebrada en esa ciudad en 2008. Así suele suceder en todas las ocasiones para la diócesis que organiza y acoge. Esperemos que esta vez se cumpla también esta esperanzadora promesa.
Benedicto XVI suele celebrar un encuentro especial, dentro de las JMJs, para los jóvenes seminaristas. “Quise que hubiera un momento específico dedicado a ellos –explicó después de la JMJ de Colonia en 2005-, entre otras cosas, para poner de relieve la dimensión vocacional típica de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Muchas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada han surgido, a lo largo de estos veinte años, precisamente durante las Jornadas Mundiales de la Juventud, ocasiones privilegiadas en las que el Espíritu Santo hace oír con fuerza su llamada” (audiencia general del 24/08/2005).
La pastoral de la juventud aspira a ayudar a que cada joven descubra su vocación concreta y respondea a la llamada de Dios con generosidad. La universal y común vocación a la santidad se especifica en diversas vocaciones laicales y de especial consagración –ministerio sacerdotal o diaconal, vida religiosa, vida monacal, vida laical consagrada a Dios-, así como la vocación misionera.
Todos somos corresponsables en la tarea de la pastoral vocacional. El primer responsable es el obispo con la colaboración de su presbiterio, que han de promover y coordinar las iniciativas adecuadas. Los fieles laicos tienen una gran importancia, especialmente los catequistas, los profesores, los educadores, los animadores de la pastoral juvenil y los dirigentes de movimientos de apostolado seglar. Una responsabilidad particular está confiada a las familias cristianas. La familia cristiana es una “Iglesia doméstica” y constituye como un “primer Seminario”.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa