La parábola del buen comunicador

            En el pensamiento del Papa Francisco tiene un lugar destacado la categoría del “encuentro”, por supuesto del encuentro interpersonal. Él valora mucho el hecho de no aislarse, no encerrarse en sí mismo, o en la propia institución, sino en salir, en comunicarse, en “hacerse prójimo”. Por eso, utiliza con libertad un sustantivo poco frecuente entre nosotros: la projimidad, que se puede definir como la tendencia o el hábito –y si quieren la virtud- de “hacerse prójimo”. La projimidad es mucho más que la proximidad. Se puede estar próximo a una persona, pero no sentirla como prójimo; se puede estar a la vez próximo a alguien y muy lejano de él en cuanto a los sentimientos.

 

Me he formulado estas reflexiones leyendo sus homilías del tiempo en que era arzobispo de Buenos Aires y, en especial, leyendo el mensaje que hizo público el pasado 24 de enero, fiesta de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, para la Jornada de las Comunicaciones Sociales, que coincide con este domingo de la Ascensión del Señor y que este año tiene este lema: “Comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro”.

 

¿Cómo poner la comunicación, que hoy cuenta con tantos avances técnicos, al servicio de lo que el Papa llama “una auténtica cultura del encuentro”? El Papa recurre a una página del evangelio. Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Quién es mi prójimo?” (Lc 10,29). Jesús le contestó con la parábola del “buen samaritano”, que –dice el Papa- es también la parábola del buen comunicador. Porque el que comunica se hace prójimo, se hace cercano.

 

Y ahí hace el Papa unas afirmaciones muy bellas. “No basta transitar por las calles digitales, es decir, estar simplemente conectados; es necesario que la conexión esté acompañada de un verdadero encuentro. No podemos vivir solos, encerrados en nosotros mismos. Necesitamos amar y ser amados. Necesitamos ternura. Las estrategias comunicativas no garantizan la belleza, la bondad y la verdad de la comunicación. El mundo de los medios de comunicación no puede ser ajeno a la preocupación por la humanidad, sino que está llamado a expresar también ternura. La red digital puede ser un lugar rico en humanidad; no una mera red de cables, sino de personas humanas. La  neutralidad de los medios de comunicación es aparente: sólo aquel que comunica poniéndose en juego a sí mismo puede representar un punto de referencia. El compromiso personal es la raíz misma de la fiabilidad de un comunicador. Precisamente por esto, el testimonio cristiano, gracias a las redes sociales, puede llegar a las periferias existenciales.” 

 

Quien conozca algo el pensamiento del Papa Francisco quedará admirado de la presencia de categorías muy suyas –como encuentro, ternura, salir a las periferias existenciales- en el fragmento que acabo de citar. El Papa propone los principios del humanismo cristiano al sorprendente y engrandecido mundo de los medios digitales de comunicación.

 

Y, a la luz de este humanismo, nos dice algo muy serio. Vean: “No se ofrece el testimonio cristiano bombardeando con mensajes religiosos, sino con la voluntad de darse a los otros.” Como lo hizo el “buen samaritano” de la parábola del Evangelio de Lucas. Estos principios valen no sólo para los comunicadores profesionales, las personas que trabajan en los grandes y nuevos medios de comunicación social. Valen para todos. Porque, gracias sobre todo a las nuevas técnicas de comunicación, todos somos emisores y receptores de mensajes.

 

+ Josep Àngel Saiz Meneses

 

Obispo de Terrassa.

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa