Comenzamos un año nuevo. Os deseo un año nuevo lleno de felicidad. Que el Señor os conceda un año 2005 lleno de paz y de bien. Como creyentes, comenzamos el año nuevo llenos de esperanza. Dios ha entrado en el tiempo, y el tiempo no es simplemente algo anodino que pasa. Es un don de Dios, todo un regalo, una ocasión, una posibilidad que hemos de aprovechar, que hemos de hacer rendir al máximo. También hemos celebrado la Jornada Mundial de la Paz. El lema de este año es: "La educación para la paz, una cuestión permanente".
Hace cuarenta años, Juan XXIII ofreció al mundo la carta encíclica Pacem in Terris. Era un momento de guerra fría. Una situación tensa en la que cualquier incidente podía desencadenar la peor de las guerras a causa del poder de las nuevas normas atómicas.
En este contexto, el Papa bueno creía en la paz y resumió las condiciones esenciales de la paz en estos cuatro aspectos: verdad, justicia, amor y libertad.
Cuarenta años después, estos pilares siguen siendo vigentes. I podemos recordar para nosotros y para toda persona de buena voluntad que:
- La verdad será el fundamento de la paz cuando cada individuo adquiera la conciencia rectamente no sólo de sus propios derechos, sino también de sus propios deberes con respecto a los demás.
- La justicia edificará la paz cuando cada uno respete concretamente los derechos de los demás y se esfuerza por cumplir plenamente los deberes con respecto a los otros.
- El amor será fermento de paz cuando la gente sienta las necesidades de los demás como propias, y comparta todo lo que posee.
- La libertad alimentará la paz y la hará fructificar cuando, en la elección de los medios para alcanzarla, los individuos se guíen por la razón y asuman con valentía la responsabilidad de las propias acciones.
También Juan Pablo II nos ha proporcionado elementos de reflexión. De las últimas Jornadas Mundiales de la Paz selecciono dos aspectos más.
El perdón como camino par a la paz. La purificación de la memoria, el olvido de las ofensas para no llegar a una dinámica de venganzas continuadas.
La realización de gestos de paz que cultiven, que alimenten las actitudes de paz. En este sentido, la religión tiene un papel fundamental para suscitar gestos de paz y consolidar las condiciones de la paz.
Y aún añadiría dos aspectos más: la educación para la paz, como asignatura continua, como educación permanente sobre todo de los niños y los jóvenes. Ellos son el futuro. No vivimos un momento fácil en la formación de las conciencias , en cualquier edad, y todavía más en la infancia y la juventud. Compromiso a favor de una pedagogía, una formación y una cultura de la paz.
Y otro elemento fundamental es la mediación. Cultura de la mediación. Siguiendo el ejemplo de Cristo, mediador entre Dios y los hombres. Cultura del diálogo.
La paz sabemos que no es sólo la ausencia de guerra, este es un nivel muy elemental. La paz es felicidad perfecta, armonía en la relación con Dios, con los demás, con la naturaleza, con uno mismo. La paz perfecta es un don de Cristo resucitado, y es compromiso de construirla de sus discípulos.
Oremos incesantemente por la paz, sin desfallecer. Trabajemos incesantemente por la paz, sin desfallecer. Que el Señor nos conceda vivir la bienaventuranza, la felicidad de los que construyen la paz. Que con la fuerza del Señor y la colaboración de los hombres y las mujeres de buena voluntad podemos vivir en un mundo en paz.
+ Josep Àngel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa
Hace cuarenta años, Juan XXIII ofreció al mundo la carta encíclica Pacem in Terris. Era un momento de guerra fría. Una situación tensa en la que cualquier incidente podía desencadenar la peor de las guerras a causa del poder de las nuevas normas atómicas.
En este contexto, el Papa bueno creía en la paz y resumió las condiciones esenciales de la paz en estos cuatro aspectos: verdad, justicia, amor y libertad.
Cuarenta años después, estos pilares siguen siendo vigentes. I podemos recordar para nosotros y para toda persona de buena voluntad que:
- La verdad será el fundamento de la paz cuando cada individuo adquiera la conciencia rectamente no sólo de sus propios derechos, sino también de sus propios deberes con respecto a los demás.
- La justicia edificará la paz cuando cada uno respete concretamente los derechos de los demás y se esfuerza por cumplir plenamente los deberes con respecto a los otros.
- El amor será fermento de paz cuando la gente sienta las necesidades de los demás como propias, y comparta todo lo que posee.
- La libertad alimentará la paz y la hará fructificar cuando, en la elección de los medios para alcanzarla, los individuos se guíen por la razón y asuman con valentía la responsabilidad de las propias acciones.
También Juan Pablo II nos ha proporcionado elementos de reflexión. De las últimas Jornadas Mundiales de la Paz selecciono dos aspectos más.
El perdón como camino par a la paz. La purificación de la memoria, el olvido de las ofensas para no llegar a una dinámica de venganzas continuadas.
La realización de gestos de paz que cultiven, que alimenten las actitudes de paz. En este sentido, la religión tiene un papel fundamental para suscitar gestos de paz y consolidar las condiciones de la paz.
Y aún añadiría dos aspectos más: la educación para la paz, como asignatura continua, como educación permanente sobre todo de los niños y los jóvenes. Ellos son el futuro. No vivimos un momento fácil en la formación de las conciencias , en cualquier edad, y todavía más en la infancia y la juventud. Compromiso a favor de una pedagogía, una formación y una cultura de la paz.
Y otro elemento fundamental es la mediación. Cultura de la mediación. Siguiendo el ejemplo de Cristo, mediador entre Dios y los hombres. Cultura del diálogo.
La paz sabemos que no es sólo la ausencia de guerra, este es un nivel muy elemental. La paz es felicidad perfecta, armonía en la relación con Dios, con los demás, con la naturaleza, con uno mismo. La paz perfecta es un don de Cristo resucitado, y es compromiso de construirla de sus discípulos.
Oremos incesantemente por la paz, sin desfallecer. Trabajemos incesantemente por la paz, sin desfallecer. Que el Señor nos conceda vivir la bienaventuranza, la felicidad de los que construyen la paz. Que con la fuerza del Señor y la colaboración de los hombres y las mujeres de buena voluntad podemos vivir en un mundo en paz.
+ Josep Àngel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa