Tradicionalmente, la Semana de oración por la unidad de los cristianos se celebra del 18 al 25 de enero. El lema de este año es Cristo, fundamento único de la Iglesia. Se quiere hacer mención especial en este año de un hecho sumamente significativo en un lugar de nuestra vieja Europa: las Iglesias de Eslovaquia, que tuvieron que sufrir un periodo de unos cuarenta años de persecución, una vez caído el muro y recuperada la libertad religiosa, están disfrutando de una etapa de renovación y crecimiento.
En el nuevo contexto de libertad a lo largo de estos 14 años, los cristianos de Eslovaquia han experimentado que crecer en la fe significa crecer en la unidad y esto es percibido como un don de Dios. Los ingredientes han sido: oración, crecimiento en la fe, comprensión recíproca, unidad en el servicio a los demás. Otra experiencia ha consistido en constatar que la humildad en el servicio, la colaboración en el trabajo y la sencillez en la convivencia, son fuente de unidad
Si Cristo es el fundamento único de la Iglesia ineludiblemente tendremos que edificar sobre el fundamento de Cristo. El fundamento es el principio y el cimiento sobre el que se funda algo, su raíz y origen. Sobre la vida, sobre la Iglesia, sobre el camino de la unidad, y sobre cuál ha de ser su fundamento, es seguro que podemos encontrar diferentes concepciones. En el fondo la vida, la Iglesia y el camino de la unidad no dejan de ser un misterio, y sólo se pueden entender si se parte de su fundamento, es decir, si se parte de la Realidad de las tres Personas divinas, cuya vida se comunica al hombre en Cristo por el Espíritu Santo.
El fundamento es claro pero también está claro que entre todos hemos de ir construyendo el edificio. El edificio construido sobre este fundamento depende del trabajo de cada constructor. Cada uno con los dones recibidos ha de trabajar en la edificación de la Iglesia y ha de tender también puentes de unidad. En el pasado quizá se han empleado demasiadas energías en señalar lo que nos separa en lugar de avanzar desde lo que tenemos en común, es decir desde lo que nos une. Justamente entre lo que nos une se encuentran los elementos más profundos y fundamentales.
El camino ecuménico es largo y laborioso, pero no faltan razones para la esperanza. Hace cuatro años, el día 18 de enero del año, en una celebración Jubilar particularmente importante y significativa, por primera vez en la historia, una Puerta Santa fue abierta conjuntamente por el Santo Padre, Sucesor de Pedro, por el Primado anglicano y por un Metropolita del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. Recuerdo con esperanza aquella imagen, aquel gesto ciertamente profético. "El camino ecuménico es ciertamente laborioso, quizá largo, pero nos anima la esperanza de ser guiados por la presencia de Cristo resucitado y por la fuerza inagotable de su Espíritu, capaz de sorpresas siempre nuevas" (NMI n. 12). La unidad no es un añadido, ni un esfuerzo estético para embellecer las relaciones entre las Iglesias. La unidad es la condición indispensable para el anuncio del Evangelio de Jesucristo, para nuestra acción pastoral, para el futuro de la evangelización. Si no vivimos la unidad, no podemos ser creíbles en la presentación del mensaje cristiano.
+ Josep Àngel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa
En el nuevo contexto de libertad a lo largo de estos 14 años, los cristianos de Eslovaquia han experimentado que crecer en la fe significa crecer en la unidad y esto es percibido como un don de Dios. Los ingredientes han sido: oración, crecimiento en la fe, comprensión recíproca, unidad en el servicio a los demás. Otra experiencia ha consistido en constatar que la humildad en el servicio, la colaboración en el trabajo y la sencillez en la convivencia, son fuente de unidad
Si Cristo es el fundamento único de la Iglesia ineludiblemente tendremos que edificar sobre el fundamento de Cristo. El fundamento es el principio y el cimiento sobre el que se funda algo, su raíz y origen. Sobre la vida, sobre la Iglesia, sobre el camino de la unidad, y sobre cuál ha de ser su fundamento, es seguro que podemos encontrar diferentes concepciones. En el fondo la vida, la Iglesia y el camino de la unidad no dejan de ser un misterio, y sólo se pueden entender si se parte de su fundamento, es decir, si se parte de la Realidad de las tres Personas divinas, cuya vida se comunica al hombre en Cristo por el Espíritu Santo.
El fundamento es claro pero también está claro que entre todos hemos de ir construyendo el edificio. El edificio construido sobre este fundamento depende del trabajo de cada constructor. Cada uno con los dones recibidos ha de trabajar en la edificación de la Iglesia y ha de tender también puentes de unidad. En el pasado quizá se han empleado demasiadas energías en señalar lo que nos separa en lugar de avanzar desde lo que tenemos en común, es decir desde lo que nos une. Justamente entre lo que nos une se encuentran los elementos más profundos y fundamentales.
El camino ecuménico es largo y laborioso, pero no faltan razones para la esperanza. Hace cuatro años, el día 18 de enero del año, en una celebración Jubilar particularmente importante y significativa, por primera vez en la historia, una Puerta Santa fue abierta conjuntamente por el Santo Padre, Sucesor de Pedro, por el Primado anglicano y por un Metropolita del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. Recuerdo con esperanza aquella imagen, aquel gesto ciertamente profético. "El camino ecuménico es ciertamente laborioso, quizá largo, pero nos anima la esperanza de ser guiados por la presencia de Cristo resucitado y por la fuerza inagotable de su Espíritu, capaz de sorpresas siempre nuevas" (NMI n. 12). La unidad no es un añadido, ni un esfuerzo estético para embellecer las relaciones entre las Iglesias. La unidad es la condición indispensable para el anuncio del Evangelio de Jesucristo, para nuestra acción pastoral, para el futuro de la evangelización. Si no vivimos la unidad, no podemos ser creíbles en la presentación del mensaje cristiano.
+ Josep Àngel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa