Las vocaciones, un “test” de nuestra fe

            En este domingo cuarto de Pascua celebra la Iglesia la Jornada Mundial de oración por las Vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. El Papa, en el mensaje que con esta ocasión ha publicado, nos invita a reflexionar sobre el tema “La confianza en la iniciativa de Dios y la respuesta humana”. Entre nosotros, en sintonía con el Año de San Pablo, se ha escogido este lema: “Sé de quien me he fiado”.

            Invito a todos  los hijos e hijas de la Iglesia a orar por las vocaciones sacerdotales y religiosas y ayudar a que nazcan y crezcan. Benedicto XVI, en el mensaje para esta jornada, nos dice que resuena constantemente en la Iglesia  la exhortación de Jesús a sus discípulos: “Rogad, pues, al dueño de los sembrados que envía más segadores a su mies” (Mt 9,39). “La urgente invitación del Señor –añade el Santo Padre- subraya que la plegaria por las vocaciones ha de ser constante y confiada. De hecho, la comunidad cristiana, sólo si está efectivamente animada por la oración, puede tener más fe y más esperanza en la iniciativa divina”.

            Hemos de dar gracias a Dios porque también hoy continúa llamando a obreros a su viña. Una multitud innumerable de sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, a lo largo de la historia se han entregado completamente al servicio de la Iglesia y al Evangelio. Es cierto que en algunas regiones de la tierra –especialmente en nuestra Europa- se da, como dice Benedicto XVI, “una escasez preocupante de sacerdotes, y que dificultades y obstáculos acompañan el camino de la Iglesia, pero nos sostiene la certeza indestructible que el Señor, que libremente escoge e invita a seguirle a personas de todas las culturas y de todas las edades, según los designios inescrutables de su amor misericordioso, guía firmemente a la Iglesia por los caminos del tiempo hacia el cumplimiento definitivo del Reino”.

            El lema de este año nos invita a considerar, en el misterio de la vocación sacerdotal o a la vida religiosa, el ensamblaje entre la iniciativa de Dios y la respuesta humana. Dios llama, pero los hombres y mujeres hemos de responder a esta llamada. El Catecismo de la Iglesia católica recuerda oportunamente que la iniciativa de Dios requiere la respuesta libre del hombre.

 Una respuesta positiva que presupone siempre la aceptación y la participación  en el proyecto que Dios tiene sobre cada persona. Es una respuesta que acoge la iniciativa amorosa del Señor y llega a ser, para todos los llamados, una exigencia moral vinculante, una ofrenda agradecida a Dios y una total cooperación en el plan que él quiere realizar en la historia (cf. N. 2062).

            San Pablo es un gran modelo de esta respuesta, respuesta que dio con toda su vida y que culminó en la ofrenda martirial de su vida en Roma por amor a Cristo. Él pudo decir estas palabras que resuenan en el alma de todos los llamados al sacerdocio y a la vida religiosa: “Sé de quien me he fiado”. Creer en el Señor y aceptar su don comporta fiarse de él con gratitud y adherirse a su proyecto de salvación. Nadie puede acceder al sacerdocio o a la vida religiosa confiando sólo en sus fuerzas, pero todos los llamados están invitados a vivir y a decirse una y otra vez: “Todo lo puedo en aquel que me conforta”. En este sentido, las vocaciones sacerdotales y religiosas se convierten en un “test” de la vitalidad de nuestra fe.

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa