Lo que tenemos que hacer

     El evangelio de este tercer domingo de Adviento, en continuidad con el del pasado domingo, nos presenta la figura de Juan Bautista. Hoy se narran las consecuencias de su acción profética. La gente, tocada por su palabra, pregunta: “Entonces, ¿qué hacemos?”.
     Cada uno de nosotros, cristianos que preparamos la Navidad del 2009, hemos de formularnos esta pregunta. Preguntarse por lo que tenemos que hacer significa situarse en el camino de la verdadera conversión del corazón, consecuencia de un “girarse”, de un entregarse a la lógica y a los criterios del evangelio.
     Me atrevo a sugerir algo que debiéramos hacer, en este Adviento y en la perspectiva de la Navidad, como comunidades cristianas que vivimos en medio de esta situación de crisis económica que tantas víctimas produce.
     Quiero recordar que hay muchos cristianos de nuestra diócesis que ya hacen cosas, dan respuestas en la línea de la respuesta que da Juan Bautista a los que le preguntan: “Entonces, ¿qué hacemos?”: compartir vestido y comida con los que no tienen, no abusar, no engañar, no hacer extorsión…      Unas actitudes, unas acciones, una manera de vivir que son consecuencia de haber recibido el evangelio y de haberse dejado tocar por su mensaje. Juan Bautista recomienda sobre todo que los bienes del mundo sean mejor repartidos, que no puede ser que uno tenga dos túnicas y su vecino tenga que ir desnudo. Una imagen en consonancia con la realidad social en la que se movía Juan Bautista, pero que sin duda tiene traducciones bien reales en nuestros días.
     Una cosa que podemos hacer estos días y de manera especial en este domingo consiste en colaborar con Cáritas Diocesana que hoy hace en las iglesias su colecta con motivo de la Navidad para asegurar sus programas de servicio social. A veces hay personas que tienen posibilidad material de ayudar y voluntad de hacerlo, pero no encuentran la manera de realizarlo ellos personalmente. Porque no siempre es fácil ayudar en concreto a quien de verdad lo necesita y de manera que se asegure la promoción de la persona ayudada y sin herir su dignidad. De ahí la mediación de instituciones, como Cáritas y otras, instituciones suficientemente acreditadas por su honestidad y sus métodos de trabajo. Tales instituciones pueden ser las mediadoras de muchas buenas personas en su decisión de ayudar a los necesitados de manera justa, honesta y efectiva.
     Si nos fijamos bien, comprobamos que Juan no exige actos heroicos, sino que se actúe con misericordia, que no se abuse de los demás, que no se caiga en lo que hoy llamamos corrupción aprovechándose de un cargo. Éste es un tema de actualidad, que comporta una grave interpelación a toda persona que busque la justicia y, en especial, a todos los que nos llamamos cristianos. La corrupción mina aquella credibilidad que las personas y las instituciones, ya sean sociales, políticas o religiosas, necesitan para poder ejercer su servicio en favor del bien común. Es grave responsabilidad de todos sanear el clima ético y moral de nuestra sociedad. Es un grave problema de ecología moral: sanear el aire ético que todos respiramos.
     En la línea de la conversión, estos días previos a la Navidad, todos podemos hacer otra cosa: recibir el perdón de Dios en el sacramento de la penitencia o la reconciliación. A fin de colaborar a sanear nuestro ambiente y nuestro mundo, no dudemos en ponernos en la cola de los pecadores, como hacía la buena gente contemporánea de Juan el Bautista – y como hizo el mismo Jesús, aunque él no lo necesitara-. Todos necesitamos lavarnos en el agua del Jordán, en el agua que hace manar el Cordero inmaculado que quita el pecado del mundo y nos conduce a la plenitud de la vida eterna.

+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa