Migrantes y refugiados

ESCUDO EPISCOPAL SAIZ

Celebramos un año más la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Quiero empezar este escrito recordando que el Papa Francisco es muy sensible a esta realidad, de ahí que cuando no se habían cumplido todavía cuatro meses de su elección, fue a Lampedusa, el 8 de julio de 2013. Esta pequeña isla del sur de Sicilia es conocida por el desembarco continuo de inmigrantes procedentes de África. El Papa decidió que su primer viaje oficial fuera a Lampedusa sobre todo para condenar la indiferencia del occidente rico ante la muerte de tantos inmigrantes y para despertar la conciencia de todos. El mensaje que nos ofrece este año resume en cuatro verbos el programa a seguir: “Acoger, proteger, promover e integrar a los inmigrantes y refugiados”.

Acoger significa “ampliar las posibilidades para que los inmigrantes y refugiados puedan entrar de modo seguro y legal en los países de destino”. Proteger comporta articular “toda una serie de acciones en defensa de los derechos y de la dignidad de los inmigrantes y refugiados, independientemente de su estatus migratorio. Esta protección comienza en su patria y consiste en dar informaciones veraces y ciertas antes de dejar el país, así como en la defensa ante las prácticas de reclutamiento ilegal”. Promover “quiere decir esencialmente trabajar con el fin de que a todos los inmigrantes y refugiados, así como a las comunidades que los acogen, se les dé la posibilidad de realizarse como personas en todas las dimensiones que componen la humanidad querida por el Creador”. Por último, la integración “es un proceso largo, encaminado a formar sociedades y culturas, haciendo que sean cada vez más reflejo de los multiformes dones de Dios a los hombres”.

La Iglesia está comprometida en esta tarea, en coherencia con su esencia más profunda, y lo hace desde el principio de la centralidad de la persona humana. Recuerda que es necesario partir desde la persona, desde su integridad, desde sus necesidades, desde sus potencialidades; que la sociedad sólo puede organizarse y funcionar bien si coloca al ser humano en su centro, si promueve la dignidad de la persona, y si tiene en cuenta a Dios, ya que el anclaje último en Dios es lo que sostiene la vida personal y social. La persona ha de ocupar la centralidad de toda la actividad, del tipo que sea, sobre todo como ser humano dotado de una dignidad trascendente. Promover la dignidad de la persona significa reconocer que posee derechos inalienables, de los cuales no puede ser privada por nada ni por nadie.

La Iglesia ha de implicarse a fondo con su palabra y con su acción, junto a otros ámbitos de la sociedad civil. Pero hay niveles que corresponden a la comunidad política. El Santo Padre hace alusión en su mensaje a la Cumbre de las Naciones Unidas que se celebró en Nueva York el 19 de septiembre de 2016 en la cual los líderes mundiales expresaron su voluntad de trabajar a favor de los inmigrantes y refugiados para salvar sus vidas y proteger sus derechos, compartiendo esta responsabilidad a nivel global. En la cumbre participaron representantes de los Estados miembros, otras entidades de la ONU, el sector privado, el ámbito de las ONG y la sociedad civil en general. La Asamblea General aprobó la Declaración de Nueva York para los Refugiados y Migrantes, una declaración política acompañada por dos anexos, que sentará las bases para el Pacto Mundial sobre los refugiados y los migrantes en 2018 y que expresa la voluntad política de los dirigentes mundiales de salvar vidas, proteger derechos y compartir la responsabilidad. El papa nos invita pues a comprometernos en esta tarea. Así pues, como decimos popularmente: “¡Manos a la obra!”

+ Josep Àngel Saiz Meneses Obispo de Terrassa.

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa