El papa Benedicto ha ejercido un auténtico liderazgo en la Iglesia y en el mundo entero con un estilo propio, en el que destaca una espiritualidad profunda, una intensa vivencia de fe. También ha demostrado un gran amor a la Iglesia, desde el momento en que con coraje y sencillez aceptó la carga del servicio del Papado. Proverbial es la solidez de su formación teológica y su vasta cultura. Y por último, es admirable la sencillez de su trato y su cercanía a las personas.
De su pontificado se pueden destacar cuatro aspectos. En primer lugar la centralidad de la persona de Cristo. Para muestra, una frase del inicio de su Encíclica Deus caritas est: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. También pasará a la historia por su actitud de defensa de la verdad y de lucha contra el relativismo, en una época en que la pregunta por la verdad y la búsqueda de la verdad se ven un tanto oscurecidas. Él nos enseña que “el camino hacia la verdad completa compromete también al ser humano por entero: es un camino de la inteligencia y del amor, de la razón y de la fe”.
En tercer lugar, ha sido un hombre de diálogo. Un diálogo abierto con la cultura y la ciencia, con las confesiones cristianas y las otras tradiciones religiosas. Consciente de que su ministerio es una misión de reconciliación y de paz en el mundo, ha recordado en todo momento que la relación entre las diferentes religiones en el futuro ha de ser de entendimiento, de diálogo, de situarse en el lugar del otro para poder entender los elementos de verdad que hay en las otras religiones. Sin relativizar el hecho de que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida, pero conscientes de que el anuncio se ha de hacer desde la propuesta y con la fuerza de la verdad; y eso requiere diálogo y comprensión, amor persuasivo, servicio y generosidad.
Finalmente, el papa Benedicto XVI pasará a la historia por su empeño en la renovación, en la reforma interna de la Iglesia. Le ha tocado afrontar una serie de problemas muy graves y complejos y lo ha hecho con un coraje admirable, dando una respuesta valiente y decidida en temas que le han producido mucho dolor personal, pero ante los que ha mostrado una gran firmeza. Además, convocó al clero a la renovación interior declarando un Año Sacerdotal al celebrarse el 150 aniversario de la muerte de san Juan María Vianney, patrono de los sacerdotes, y en este curso exhorta a toda la Iglesia a la conversión declarando el Año de la Fe con ocasión del 50 aniversario del Concilio Vaticano II. Muchas gracias Santo Padre.
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa