Celebramos la Navidad, el nacimiento de Jesucristo, que se hace hombre, que entra voluntariamente en la historia humana para compartir nuestra vida.
Jesucristo es la Palabra, la llamada de Dios a la humanidad, el ofrecimiento de la plenitud de la vida. La obra de Jesús consistirá en capacitar al hombre para que pueda realizar el proyecto que Dios tiene sobre él.
Jesucristo es la vida. La VIDA con mayúsculas que vivificará nuestra pequeña existencia. La vida que brilla y que ilumina el mundo con su luz.
Un año más contemplamos el nacimiento del niño-Dios, que es motivo de alegría y de esperanza. El Hijo eterno de Dios se hace hombre para compartir nuestra vida. Por eso lo más importante es que entremos en el misterio de la Navidad. Vamos a contemplar a Jesucristo y vamos a fijarnos en las virtudes que practica siendo precisamente Hijo de Dios. La pobreza de Belén, la humillación de la Encarnación y de ese nacimiento tan mísero, el ocultamiento... son actitudes de Cristo Hijo de Dios.
La sustancia profunda de la Navidad es la Encarnación que se nos manifiesta. Es el misterio de Dios hecho hombre que nace. Y nace para salvarnos del pecado, para liberarnos de todos los males.
Pero no sólo nos salva del pecado. La Navidad es la fiesta de la esperanza, porque es la fiesta de Dios que se hace hombre para elevar a los hombres a categoría de hijos adoptivos de Dios, de hombres nuevos que viven una vida nueva.
Navidad es la fiesta del amor de Dios. Un amor tan grande y tan profundo, un amor tan eterno y tan infinito, que se escapa a nuestras valoraciones, pero que podemos intuir en la ternura de un niño que nace y que es el Hijo eterno de Dios entrando en el tiempo. El omnipotente, que se hace debilidad; el infinito, que asume una naturaleza humana.
Navidad es la fiesta de la reconciliación. Es la fiesta de tender los puentes de la unidad, de reparar los lazos rotos, de olvidar el rencor y el odio. Sería una profanación cantar villancicos ante el portal mientras se alberga en el corazón el rencor, el odio, la división. Navidad es la fiesta del amor y de la unidad.
Navidad es también la fiesta del compartir. Con todo hermano necesitado que se nos cruce en el camino. Los pastores recibieron el anuncio del ángel "os ha nacido hoy un salvador, que es el Cristo Señor". Y ellos, gente ruda y sencilla, se ponen en camino hacia la cueva. No tenían instrucción bíblica para comprender el cumplimiento de las profecías, pero tienen disponibilidad de corazón para ponerse en camino, sintonizan con el Misterio, y son dóciles a la indicación celestial.
Es necesario que nosotros, aquí y ahora, tengamos capacidad de asombro, de admiración, para superar la rutina de lo que repetimos mecánicamente cada año, de tal modo que nos acerquemos al Niño-Dios y le ofrezcamos nuestra vida, nuestra vida entera. De este modo podremos recibir su salvación y su paz llenará nuestros corazones. "Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad". Navidad es vivir, compartir, irradiar la paz de Dios
.
Navidad es algo tan grande, tan profundo, tan inefable, que sólo me queda pedir a Dios que nos conceda vivirla con la intensidad necesaria. Santa Navidad a todos.
+ Josep Àngel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa
Jesucristo es la Palabra, la llamada de Dios a la humanidad, el ofrecimiento de la plenitud de la vida. La obra de Jesús consistirá en capacitar al hombre para que pueda realizar el proyecto que Dios tiene sobre él.
Jesucristo es la vida. La VIDA con mayúsculas que vivificará nuestra pequeña existencia. La vida que brilla y que ilumina el mundo con su luz.
Un año más contemplamos el nacimiento del niño-Dios, que es motivo de alegría y de esperanza. El Hijo eterno de Dios se hace hombre para compartir nuestra vida. Por eso lo más importante es que entremos en el misterio de la Navidad. Vamos a contemplar a Jesucristo y vamos a fijarnos en las virtudes que practica siendo precisamente Hijo de Dios. La pobreza de Belén, la humillación de la Encarnación y de ese nacimiento tan mísero, el ocultamiento... son actitudes de Cristo Hijo de Dios.
La sustancia profunda de la Navidad es la Encarnación que se nos manifiesta. Es el misterio de Dios hecho hombre que nace. Y nace para salvarnos del pecado, para liberarnos de todos los males.
Pero no sólo nos salva del pecado. La Navidad es la fiesta de la esperanza, porque es la fiesta de Dios que se hace hombre para elevar a los hombres a categoría de hijos adoptivos de Dios, de hombres nuevos que viven una vida nueva.
Navidad es la fiesta del amor de Dios. Un amor tan grande y tan profundo, un amor tan eterno y tan infinito, que se escapa a nuestras valoraciones, pero que podemos intuir en la ternura de un niño que nace y que es el Hijo eterno de Dios entrando en el tiempo. El omnipotente, que se hace debilidad; el infinito, que asume una naturaleza humana.
Navidad es la fiesta de la reconciliación. Es la fiesta de tender los puentes de la unidad, de reparar los lazos rotos, de olvidar el rencor y el odio. Sería una profanación cantar villancicos ante el portal mientras se alberga en el corazón el rencor, el odio, la división. Navidad es la fiesta del amor y de la unidad.
Navidad es también la fiesta del compartir. Con todo hermano necesitado que se nos cruce en el camino. Los pastores recibieron el anuncio del ángel "os ha nacido hoy un salvador, que es el Cristo Señor". Y ellos, gente ruda y sencilla, se ponen en camino hacia la cueva. No tenían instrucción bíblica para comprender el cumplimiento de las profecías, pero tienen disponibilidad de corazón para ponerse en camino, sintonizan con el Misterio, y son dóciles a la indicación celestial.
Es necesario que nosotros, aquí y ahora, tengamos capacidad de asombro, de admiración, para superar la rutina de lo que repetimos mecánicamente cada año, de tal modo que nos acerquemos al Niño-Dios y le ofrezcamos nuestra vida, nuestra vida entera. De este modo podremos recibir su salvación y su paz llenará nuestros corazones. "Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad". Navidad es vivir, compartir, irradiar la paz de Dios
.
Navidad es algo tan grande, tan profundo, tan inefable, que sólo me queda pedir a Dios que nos conceda vivirla con la intensidad necesaria. Santa Navidad a todos.
+ Josep Àngel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa