Presencia del amor de Dios (27/01/2019)

Escudo Episcopal de Obispo de Terrassa Durante las pasadas fiestas navideñas tuve ocasión de leer un libro titulado Historia de la espiritualidad cristiana. Al llegar al siglo XVII, me detuve en la figura de san Vicente de Paúl (1581-1660) entre otras personas representativas del catolicismo en Francia. Organizó formas estables de servicio a las personas marginadas, fundó las «Hijas de la Caridad», primera institución femenina que vivió la consagración en el mundo, entre la gente, con los enfermos y los necesitados. Para él la vida interior de oración es esencial, y siendo de natural muy organizativo y práctico, toda su actividad se fundamentaba en una profunda intimidad con Jesucristo. También subrayaba la actitud de confianza y abandono en Dios, la caridad afectiva y efectiva, entregándose con generosidad y a la vez confiando en la Providencia y en la gracia de Dios. Al leer estas páginas dedicadas a san Vicente de Paúl, no pude menos que acordarme de la comunidad de Hijas de la Caridad que atienden la Fundación Busquets de la ciudad de Terrassa desde el año 1903. Su trabajo consiste en la atención a niños, adolescentes y jóvenes con problemáticas familiares duras, también a personas sin techo y en riesgo de exclusión social con servicio de comedor diario, ducha, ropero y pisos, y finalmente la atención a familias con dificultades con un servicio de distribución de alimentos y ropa. Además atienden una residencia de jóvenes. La dedicación de las Hijas de la Caridad es un ejemplo de gran tarea que las personas consagradas realizan desde la Iglesia en favor de la sociedad. Las personas que forman parte pueden vivir su consagración de diversas formas. A través del tiempo, desde las primeras comunidades cristianas hasta hoy, la vida consagrada ha adquirido diversidad de modos, desde quienes se dedican a la oración en un lugar apartado del mundo, hasta quienes viviendo en el mundo se consagran desde sus actividades seculares. La vida consagrada está constituida por los Institutos de vida consagrada, los Institutos seculares y las Sociedades de Vida Apostólica. A ellos se les suman otras formas como el Orden de las vírgenes, la vida eremítica y las nuevas formas de vida consagrada. En nuestra diócesis la vida consagrada tiene una presencia importante en diferentes ámbitos a través de 48 comunidades femeninas y 10 masculinas. Se dedican a la enseñanza 33 comunidades. Se dedican también a la acción caritativa y social 14 comunidades. Hay tres monasterios de vida contemplativa y oración, y 7 comunidades que se dedican a casas de espiritualidad. También un buen número de ellas colaboran en las parroquias, y de hecho 13 parroquias son regentadas por religiosos. El próximo 2 de febrero, festividad de la Presentación del Señor, se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Este año el lema es: “Padre nuestro. La vida consagrada, presencia del amor de Dios”. Somos conscientes de que cada consagrado es presencia del amor de Dios con su vida y testimonio y nos anuncia que Dios es Padre, un Dios que ama con entrañas de misericordia. Como nos recordaba el santo padre emérito Benedicto XVI, en el inicio de la carta encíclica Deus Caritas est citando al apóstol san Juan, Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios permanece en él (Cf. 1 Jn 4, 16). Se trata de hacer presente el amor de Dios sobre todo con la vida, con el testimonio, con la entrega generosa, y cuando sea conveniente, también con la palabra. Esta tarde, Dios mediante, me encontraré con la mayoría ellos en una jornada de reflexión y celebración y expresamos nuestro agradecimiento a tantos miembros de la vida consagrada que han hecho de su existencia una ofrenda agradable a Dios y fecunda al servicio de los hermanos.  

+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa