En el artículo del domingo pasado inicié unes impresiones sobre la Jornada Mundial de la Juventud. “Del viento impetuoso a la brisa suave”, titulé aquel escrito. Me parece que esta imagen nos introduce bien en el tema de hoy, que es una aproximación a las figuras de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Juan Pablo II ejerció un liderazgo espiritual y social que seguramente él no podía imaginar en los inicios de su ministerio como sucesor de san Pedro, pero que vivió con naturalidad y del que seguramente nuestro mundo estaba necesitado. Este liderazgo era consecuencia en definitiva de su santidad personal, que se traslucía en una gran coherencia de vida, en una existencia entregada hasta el final y en un gran dinamismo. Pero esa realidad profunda se expresaba a través de una personalidad arrolladora, de gran simpatía personal, con gran dominio de los mass media y de los escenarios más diversos. En el centro de atención de grandes multitudes podemos decir coloquialmente que “se encontraba como pez en el agua”.
Benedicto XVI presenta unas características muy distintas a las de su predecesor. Para mi fue muy significativo el tono y el contenido de su primera intervención una vez elegido: “Queridos hermanos y queridas hermanas, después del grande Papa Juan Pablo II, los Señores Cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador en la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y hacer incluso con instrumentos insuficientes, y sobre todo me confío a vuestras oraciones, en la alegría del Señor resucitado, confiados de su ayuda permanente. Vayamos adelante, el Señor nos ayudará, y María, su Santísima Madre, está de nuestra parte”. Cuanto más lo recuerdo, con más claridad veo una profunda humildad, una profunda confianza en Dios, en María y en la ayuda de todos los fieles. Y cada vez veo más claro que tuvo un gran coraje al aceptar el ministerio petrino tomando el relevo de su predecesor.
Benedicto XVI tiene carisma, y un liderazgo que ejerce con estilo propio. Lo hemos comprobado en Colonia, donde se han superado todas las previsiones, donde participaron más cardenales, obispos y sacerdotes que en ninguna Jornada anterior, donde se esperaban unos quinientos mil jóvenes en un principio, después ochocientos mil, y al final asistieron más de un millón de jóvenes. Desde una sencillez que rompe los esquemas y que atrae a todos, desde su profunda espiritualidad que se percibe en gestos y actitudes, desde su reconocida formación académica.
Algunos comentaristas afirman que si en Juan Pablo II se daba un liderazgo de gestos, en Benedicto XVI será un liderazgo de palabras. Un liderazgo que rompió esquemas cuando en la homilía de inicio de su ministerio petrino planteó el programa pastoral para su pontificado diciendo: «Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea Él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia».
+Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa