En mi escrito anterior hablé de la centralidad de Cristo en las enseñanzas de Benedicto XVI en Colonia. Una segunda característica que sobresale en el nuevo Papa es su crítica al relativismo moral y su firme defensa de la verdad objetiva. Esto no es algo nuevo en él.
Un momento importante en la vida de Joseph Ratzinger tuvo lugar en marzo de 1977, cuando es nombrado arzobispo de Munich y Freising. Para un obispo, la elección del lema episcopal es algo muy significativo, porque de alguna manera este lema refleja su vida, sus inquietudes y su programa. Ratzinger en aquel momento escoge una frase de la carta de Juan: "Cooperador de la verdad". A la hora de comentar la elección de esa cita concreta lo explica: "Por un lado, me parecía ser la relación entre mi tarea previa como profesor y mi nueva misión. A pesar de todas las diferencias de modo, lo que estaba en juego y seguía estándolo era seguir la verdad, estar a su servicio. Y, por otro lado, porque en el mundo de hoy el tema de la verdad ha desaparecido casi totalmente, pues aparece como algo demasiado grande para el hombre y, sin embargo, todo se desmorona si falta la verdad."
Benedicto XVI considera la verdad como un tesoro, como un talento que hemos recibido y que no se debe ocultar bajo tierra. Al contrario, hay que transmitirla a los demás, para que renueve a la humanidad, para que la transforme como la levadura fermenta la masa. El Papa, defendiendo la verdad, está saliendo en defensa del ser humano y de sus derechos. En el fondo, está en coherencia y continuidad con la humanidad, que a lo largo de la historia ha buscado la verdad, ha buscado el sentido de las cosas y sobre todo el sentido de su propia existencia. Pero actualmente la pregunta por la verdad y la búsqueda de la verdad se ven un tanto oscurecidas, ya que han surgido diferentes formas de agnosticismo y de relativismo, que han llevado la investigación filosófica a desembocar en una especie de escepticismo general (cf. Fides et Ratio, n. 5).
En este escenario, Benedicto XVI ha exhortado a los jóvenes cristianos que se reunieron con él en Colonia, en la Jornada Mundial de la Juventud, a estar atentos, en actitud de búsqueda como los Reyes Magos, para captar los signos que nos llevan al encuentro con Jesús. En la vigilia de oración de la tarde del día 20 de agosto, Benedicto XVI propone, en efecto, un itinerario de conversión semejante al de los Magos, siempre a la luz de la estrella de la fe: "Debían, pues, aprender que Dios es diverso de como acostumbramos a imaginarlo. Aquí comenzó su camino interior. Comenzó en el mismo momento en que se postraron ante este Niño y lo reconocieron como el Rey prometido. Pero debían aún interiorizar estos gozosos gestos. Debían cambiar su idea sobre el poder, sobre Dios y sobre el hombre y, con ello, cambiar también ellos mismos. Ahora habían visto: el poder de Dios es diferente al poder de los grandes del mundo. Su modo de actuar es distinto de como lo imaginamos y de como quisiéramos imponérselo también a Él. En este mundo, Dios no hace competencia a las formas terrenales del poder... Al poder estridente y pomposo de este mundo, Él contrapone el poder inerme del amor, que en la Cruz -y después siempre en la historia- sucumbe y, sin embargo, constituye la nueva realidad divina, que se opone a la injusticia e instaura el Reino de Dios. Dios es diverso; ahora se dan cuenta de ello. Y eso significa que ahora ellos mismos tienen que ser diferentes, han de aprender el estilo de Dios."
Existen hechos recientes que nos demuestran con qué coraje nuestro Santo Padre está cumpliendo su lema episcopal: ser un servidor de la verdad en la caridad.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
Un momento importante en la vida de Joseph Ratzinger tuvo lugar en marzo de 1977, cuando es nombrado arzobispo de Munich y Freising. Para un obispo, la elección del lema episcopal es algo muy significativo, porque de alguna manera este lema refleja su vida, sus inquietudes y su programa. Ratzinger en aquel momento escoge una frase de la carta de Juan: "Cooperador de la verdad". A la hora de comentar la elección de esa cita concreta lo explica: "Por un lado, me parecía ser la relación entre mi tarea previa como profesor y mi nueva misión. A pesar de todas las diferencias de modo, lo que estaba en juego y seguía estándolo era seguir la verdad, estar a su servicio. Y, por otro lado, porque en el mundo de hoy el tema de la verdad ha desaparecido casi totalmente, pues aparece como algo demasiado grande para el hombre y, sin embargo, todo se desmorona si falta la verdad."
Benedicto XVI considera la verdad como un tesoro, como un talento que hemos recibido y que no se debe ocultar bajo tierra. Al contrario, hay que transmitirla a los demás, para que renueve a la humanidad, para que la transforme como la levadura fermenta la masa. El Papa, defendiendo la verdad, está saliendo en defensa del ser humano y de sus derechos. En el fondo, está en coherencia y continuidad con la humanidad, que a lo largo de la historia ha buscado la verdad, ha buscado el sentido de las cosas y sobre todo el sentido de su propia existencia. Pero actualmente la pregunta por la verdad y la búsqueda de la verdad se ven un tanto oscurecidas, ya que han surgido diferentes formas de agnosticismo y de relativismo, que han llevado la investigación filosófica a desembocar en una especie de escepticismo general (cf. Fides et Ratio, n. 5).
En este escenario, Benedicto XVI ha exhortado a los jóvenes cristianos que se reunieron con él en Colonia, en la Jornada Mundial de la Juventud, a estar atentos, en actitud de búsqueda como los Reyes Magos, para captar los signos que nos llevan al encuentro con Jesús. En la vigilia de oración de la tarde del día 20 de agosto, Benedicto XVI propone, en efecto, un itinerario de conversión semejante al de los Magos, siempre a la luz de la estrella de la fe: "Debían, pues, aprender que Dios es diverso de como acostumbramos a imaginarlo. Aquí comenzó su camino interior. Comenzó en el mismo momento en que se postraron ante este Niño y lo reconocieron como el Rey prometido. Pero debían aún interiorizar estos gozosos gestos. Debían cambiar su idea sobre el poder, sobre Dios y sobre el hombre y, con ello, cambiar también ellos mismos. Ahora habían visto: el poder de Dios es diferente al poder de los grandes del mundo. Su modo de actuar es distinto de como lo imaginamos y de como quisiéramos imponérselo también a Él. En este mundo, Dios no hace competencia a las formas terrenales del poder... Al poder estridente y pomposo de este mundo, Él contrapone el poder inerme del amor, que en la Cruz -y después siempre en la historia- sucumbe y, sin embargo, constituye la nueva realidad divina, que se opone a la injusticia e instaura el Reino de Dios. Dios es diverso; ahora se dan cuenta de ello. Y eso significa que ahora ellos mismos tienen que ser diferentes, han de aprender el estilo de Dios."
Existen hechos recientes que nos demuestran con qué coraje nuestro Santo Padre está cumpliendo su lema episcopal: ser un servidor de la verdad en la caridad.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa