Cerca de dos millones de jóvenes de todo el mundo han participado del 26 al 31 de julio pasado en la 31ª Jornada Mundial de la Juventud en la ciudad polaca de Cracovia. Han sido seis días para conocerse, convivir y reflexionar sobre el momento actual de la Iglesia y la sociedad y cómo hacer para sembrar misericordia y ser auténtica esperanza para el futuro a partir de ahora, en la vuelta a casa. El papa Francisco ha multiplicado los mensajes de aliento.
La Divina Misericordia ha sido el ‘leitmotiv’ de esta JMJ. Fue Faustina Kowalska, la mística polaca canonizada por san Juan Pablo II en el año 2000, la que difundió la devoción a la Divina Misericordia. Y fue el papa Wojtyla el que instituyó la fiesta litúrgica en el domingo de la octava de Pascua. Convocando el Año Jubilar de la Misericordia, el papa Francisco ha marcado una línea más de continuidad con su predecesor, cuya memoria ha estado muy presente en la JMJ.
En la ceremonia de acogida de los jóvenes, el jueves 28 en el Parque Jordán de Blonia, Francisco pidió a los jóvenes un corazón misericordioso y señaló sus características: sale de su comodidad, va al encuentro de los demás y abraza a todos, es refugio para los que no tienen casa, construye hogar y familia para los emigrantes, sabe de ternura y compasión, sabe compartir el pan, se abre para recibir al prófugo y al migrante. En definitiva: “Decir misericordia junto a ustedes es decir oportunidad, decir mañana, compromiso, confianza, apertura, hospitalidad, compasión, sueños”.
La puesta en escena que la organización desarrolló en la ceremonia de acogida fue muy visual y sugerente. En aquel primer contacto el Papa lanzó dos mensajes: ser santo es algo que está al alcance de todos y Jesús es el maestro de la misericordia. Un grupo de jóvenes le regalaron un kit del peregrino y enseguida empezó la fiesta. Primero una serie de bailes y danzas típicas de Polonia y de todo el mundo. Después fueron apareciendo los patronos de la JMJ. Como era lógico, estuvieron muy presentes los patronos oficiales de esta JMJ: san Juan Pablo II y santa Faustina Kowalska.
El papa animó a los jóvenes a no dejarse vencer por el cansancio y a pedir ayuda a Jesucristo, que, según recordó, es la respuesta, es una persona y está viva. El Papa predicó allí mismo con el ejemplo, y el viernes 29 por la tarde, visitó el Hospital Universitario Infantil de Cracovia. Pasó allí todo el tiempo que tuvo, lamentando no poder pararse y charlar más con cada niño, y denunció la crueldad de que “las víctimas de la cultura del descarte son las personas más débiles, más frágiles”. El tiempo que pasó durante la tarde en el Hospital mostró el rostro más tierno del Papa, que quiso saludar y bendecir personalmente a los niños y conocer a sus familiares.
+ Josep Àngel Saiz Meneses Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa