Entre las indicaciones pastorales que la Santa Sede nos hizo para el Año de la Fe, se recomendaba “alentar las peregrinaciones de los fieles a la Sede de Pedro” y también “fomentar las peregrinaciones a Tierra Santa, el lugar que tuvo la primicia de conocer a Jesús, el Salvador, y a María, su madre”.
Diferentes comunidades e instituciones de la diócesis van peregrinando a Tierra Santa y a Roma en este año. La peregrinación Diocesana a Tierra Santa ha tenido lugar del 24 de abril al 1 de mayo. Acabamos de llegar cargados de recuerdos interiores, de reflexiones, de imágenes. Tierra Santa representa de un modo especial el lugar en que se realiza la unión entre Dios y los hombres, entre la eternidad y el tiempo concreto; el lugar en que Dios entra en la historia humana, que de este modo deviene Historia de Salvación.
La peregrinación a los santos lugares tiene la misma finalidad que la celebración del Año de la Fe: la conversión personal. Además de la conveniente preparación que se realiza antes de partir, en cada lugar que se visita se lee algún fragmento correspondiente del Evangelio, se hace un rato de oración y de este modo se van entrelazando las imágenes y recuerdos de la geografía y de la vida de Jesús con los relatos que ya conocíamos desde nuestra tierna infancia. Pero después de participar en la peregrinación, disponemos de más datos para entender los Evangelios y también para nuestra reflexión personal.
Así nos pasa hoy al meditar la parábola del “buen samaritano” con la que se ilustra la celebración del Día del Enfermo, y que resuena de una manera especial después de haber visitado las ciudades de Jerusalén y Jericó y el trayecto que las une. La campaña se centra este año en la exhortación de Jesús al letrado al final de la narración: “Anda, y haz tú lo mismo” (Lc 10,37).
Hay tareas que la Iglesia no puede en modo alguno descuidar. Una de ellas es la cuidar de los enfermos. La primera de las tradicionales obras de misericordia corporales –que siempre son de plena actualidad- es la de “visitar a los enfermos”. La practican todas las personas que están al lado de los enfermos, tanto el personal médico y sanitario, que aporta la curación –si ésta es posible- gracias a los avances de la ciencia, como todas aquellas que sirven a los dolientes con los recursos espirituales y sacramentales.
Deseo agradecer, desde esta comunicación, la labor de todos cuantos están al servicio de los enfermos. Me refiero a las personas que trabajan profesionalmente en el mundo de la salud, que hacen una labor muy humana en la que se une la ciencia y también el amor e incluso la ternura con quienes pasan por la crisis de una enfermedad. Y quiero recordar de manera especial a quienes colaboran en la llamada “pastoral de la salud y de la enfermedad”. Doy gracias a Dios por tantas personas que en las parroquias colaboran en visitar y atender a los enfermos en todas sus necesidades, las espirituales y –si es el caso- también en las necesidades materiales.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa